jueves, 23 de junio de 2016

Leone - Tus Huesos (Monasterio De Cultura / Delia Records / Leone Records 2016)

En este país hay una larga estirpe de bandas que han asumido como propio el lenguaje del rocanrol para después devolvérnoslo bien impregnado de sus propias singularidades. La mayoría de estas bandas han caído en el olvido y, por supuesto, durante su existencia muy rara vez recibieron la atención que merecían. Dejaron discos enormes que no salen en ninguna lista porque nunca formaron parte de nada, sino que cabalgaron por su cuenta sin buscar refugio en la comodidad de las modas. Estoy pensando en discos como el Tangos de Malevaje, que sí, que son tangos, pero hay mucho rocanrol en esos surcos, y no digamos en la foto de la contraportada, también en el imprescindible La Rueda De La Fortuna de La Búsqueda, en el Casa Doce de BB Sin Sed, en el único disco que editaron Los Cuervos, en La Última Traición de Más Birras, en el Buen Provecho de Domingo Y Los Cítricos, en el Pobres Sueños de Proscritos, y si me apuran, también en La Cruz Del Sur de Supersónicos, que es muy rocanrol, a su manera.
Leone, con tan solo seis canciones publicadas, cuatro en un 10" autoeditado el año pasado, y dos en el single que hoy tenemos encima de la mesa, son el siguiente eslabón que doy por bueno para añadir a esta cadena, desgraciadamente llena de infortunios, a la que hacía mucho tiempo que no encontraba nada con el suficiente fundamento para seguir engarzando. Y con esto, ya debería estar todo dicho.
Aunque claro, puede ocurrir que ustedes no hayan escuchado ninguno de los discos mencionados más arriba, incluso puede ser que ni les suenen, y entonces a estas alturas del texto estarán como al principio, sin saber muy bien a qué atenerse. Pero esta incertidumbre no es lo más grave, el problema serio es lo que se están perdiendo.
Leone se forma en Madrid, cuando Jesús Canet decide montar una banda con músicos de la ciudad. Anteriormente operaba desde Almería con Motel 3, pero su traslado a la capital, y unas canciones que había hecho y que no encontraban su hueco en el repertorio de la banda, lo llevaron a asociarse con Juan Pérez Marina, Jesús Rodríguez y David Talbaila para darles salida en un nuevo proyecto de cinematográfico apelativo. Con esta formación grabaron sus seis canciones, aunque a la hora de ver la luz este single ya estaban incorporados a la banda el percusionista Rubén Lizana y Jesús Alonso, que sustituye a David a la batería.
En este disco Leone facturan dos preciosas canciones con aromas de lamento y trifulca, sobrevoladas por el amor. La voz de Jesús Canet y las letras destilan cierta chulería, entre la arrogancia y la sabiduría popular, situando los dos temas aquí presentes muy arriba en mi lista de canciones que hay que cantar con la camisa a medio desabrochar y las botas puestas. Rocanrol fronterizo, desértico pero también surfero, con guitarras elegantes a la vez que devastadoras, que en algún momento me recuerdan a la cinta de Los Relámpagos, Dos Cruces creo que se llamaba mi tema favorito, que me ponía mi padre.
Ahora que ya las palabras han intentado decir algo, lo demás queda en sus manos. Si realmente quieren saber de qué estamos hablando, pueden empezar por la canción que les dejo a continuación y si es de su agrado, sigan los eslabones, no se arrepentirán.

lunes, 20 de junio de 2016

Pablo Cobollo - La Nostalgia Mata Más Que Las Pistolas (Zumbido Producciones / Grabaciones Residuales 2014)

Después de La Alcantarilla Del Paraíso, editado en 1996, Soul Bisontes entraron en un largo periodo vacacional del que muchos creíamos que ya no volverían. Por tanto fue una sorpresa que en 2004 viese la luz Magia Cotidiana, single de cuatro canciones con el que Pablo Cobollo, junto a las incorporaciones de Iván Rodríguez, Micky Jiménez y Nacho Álvaro, volvía a echar a caminar a la banda. Un año más tarde Pablo anunciaba que el grupo estaba más vivo que nunca, tenía nueva alineación y cinco canciones grabadas preparadas para ver la luz. Así que no estoy seguro cuál fue la idea con que se editaron en 2006 los dos recopilatorios que glosaban exhaustivamente los años de vida del grupo. Si tenían la intención de cerrar definitivamente su primera etapa, para tomar impulso en una segunda, o si ya se hicieron sabiendo que era el adiós definitivo del grupo.
Sea como fuere, tanto el cd 1991-1994, que incluía sus primeras grabaciones, el single Corazón Veloz, el lp Vértigo Peninsular, ya por entonces totalmente descatalogados, y otras canciones de las mismas sesiones, como el doble cd Los Moscardones & En Órbita 1988-2005, que rescataba muchísimas maquetas de toda la trayectoria musical de Pablo, incluso previas a los Soul Bisontes, son un hervidero de canciones para quitarse el sombrero, y la tapa del cráneo.
Acabada la andadura de Soul Bisontes, en la cabeza de Pablo seguía bullendo canciones y en 2009 se estrenó a su nombre con Rumbo A Peor, un doble disco con 32 canciones en las que todavía se podían encontrar ecos de su anterior grupo, pero que abrían el abanico estilístico en infinitas direcciones, y entre las que se encuentran Toulouse-Lautrec y La Clepsidra, dos de mis canciones favoritas de todos los tiempos. Grabadas entre 2006 y 2008 con la ayuda de un buen montón de amigos, en él aparecen la guitarra de Javier Colis, los coros de Ana Béjar, el bajo de Nacho Laguna, el violín de David Gª Bonacho, el saxo y el moog de Justo Bagüeste, las baterías de Adrián Ceballos y Tintín G. Albuerne y un largo etcétera. Hace muy poco se acaba de volver a poner en circulación remasterizado, con algún cambio en las mezclas y en algunos arreglos, en una edición que solo se puede conseguir a través de la web Mentes De Ácido.
Otros cinco años hubo que esperar hasta que en 2014 apareciese La Nostalgia Mata Más Que Las Pistolas, su último disco hasta el momento, que llegó a las tiendas a la vez que su poemario Vértigo Peninsular (Vacaciones En Polonia / COTALI), obra que anteriormente había sido precedida por los volúmenes Canciones Para Náufragos Urbanos y Explosiones.
Bueno, pues este disco, como su título indica, nos trae a Pablo tiroteado por la nostalgia, disparos que él convierte en doce canciones tirando a serenas, casi siempre en primera persona, con los textos más inteligibles que nos ha ofrecido nunca. Poco espacio hay en ellas para el humor psicodelicamente distorsionado que inundaba antaño sus composiciones, aunque siempre aparece algún verso con el que nos recuerda que, aun sin proponérselo, su visión del mundo no se dirige hacía los mismos puntos de fuga que rigen el entendimiento cartesiano que de este mundo tiene la inmensa mayoría.
Amores pasados, preciosa Nazaret, recuerdos de infancia, Me Muero De Risa, de tiempos duros, En Las Trincheras, y también de tiempos mejores, Seis Minutos, envueltos en orfebrería musical que lo mismo trae aromas de la canción italiana que aires de la cordillera andina, como en Bufón, sin dejar nunca de ser pop melancólico en las manos de un creador mayúsculo, que esta vez ha decidido hacernos más accesible y directo el camino hacia su mundo personal, aunque en esta ocasión el pago del peaje pueda desarmar. Quien se decida a recorrerlo no podrá evitar sentir como se van arrugando sus entrañas, afectado por ese inexplicable, y poco frecuente, síndrome de deshidratación por llanto interior.
En la grabación de este disco Pablo estuvo acompañado por Tintín G. Albuerne, Miguel Rey, Rodrigo Cortillas y Luis Lasso.



lunes, 13 de junio de 2016

Vírgenes Adolescentes - Soy Un Enfermo Y Nunca Dejaré De Serlo ... (Triquinoise Producciones 1994)

Este disco suena como Princesa Iballa en 1984. Princesa Iballa es una urbanización de unos 40 bloques de cuatro pisos sin ascensor y dieciséis familias por bloque, encerrada entre la Carretera General Santa Cruz - La Laguna y los cuarteles de la Avenida de Ingenieros. Todavía se puede ver la placa con el yugo, las flechas y no se qué leyenda del instituto nacional de la vivienda haciendo mención a su condición de viviendas de protección oficial en la puerta de alguno de ellos. Debe ser una de las zonas con mayor densidad de población de Tenerife. Trescientas y pico mil pesetas, "fueron las últimas que se vendieron baratas antes de la crisis del petróleo" (la de 1973), "era un pisito muy agradable", es lo que suele añadir mi padre cada vez que alguien hace mención a nuestra antigua casa.
Obras y coches abandonados sobre bloques de construcción como dormitorios improvisados, y muchos bares, el de Horacio, el del herreño, el que tenía el futbolín en la acera, la hamburguesería Ilusión, el bar Manila, con cortina, luz roja en la puerta y un horario diferente, el Bar Nuestro, el de Ingenieros y unos cuantos más, en 200 metros de calle.
Abajo, en el cruce, el bingo Aspronte, grandes neveras para aquellas señoras que habían aprendido ya la lección, primero hacer la compra y después jugarse lo que quedaba. Rondaban siempre por allí hombres con sus babas y sus ojos que decían intercambio dinero por un alivio rápido, dispuestos a enseñarla y a dar una segunda oportunidad a quien había equivocado el orden y no había tenido suerte con los cartones.
Un señor gigante con los dientes destrozados, bigote mejicano y una enfermedad degenerativa que le impedía hablar y moverse con normalidad atendía a veces en el estudio fotográfico. Asustaba, aunque lo conicieses, y cuando le pagabas te decía "¿a qué esperas?" y yo decía "la vuelta". Entonces alargaba su mano de gigante con extraños bultos en todas sus articulaciones, me apretaba el cráneo y me hacía girar 180 grados y se reía. Era bueno jugando al ajedrez. Otro señor, cuyo aspecto duplicaba a su edad, ojos hinchados y piel del color del vino, golpes en el mostrador pidiendo otro vaso, siempre enfadado, alcoholizado, lo creíamos inmortal. Como también lo era aquel al que llamábamos El Pegamento, siempre con su bolsita, para un lado y para otro, con muchos pantalones y camisetas puestos uno encima del otro.
Descampados, jeringas, pero también restos de revista porno que escondíamos para reutilizar. Don Hiliberto con sus prismáticos, asomado a su ventana, siempre oteando las de la pensión que alquilaba habitaciones por horas al otro lado de la carretera general. Mi vecina, nada agraciada, anunciando, reemplazo tras reemplazo, que se casaría con el "machaca" que paseaba de la mano en cuanto él acabase la mili y volviese de la península, de ver a sus padres. Ninguno volvió. Las baldosas rotas enfrente de Don Paco, justo donde cayó aquel señor del bloque 6 que no aguantaba más. Y el que decidió ahorcarse en los árboles de detrás del mercadillo.
Mi padre era militar, un día escuché como le decía a mi padrino, que venía de Madrid un par de veces al año, "cada vez que sé que voy a llegar tarde a casa cargo con la pistola por si acaso". Niños sin camisa desplegando la violencia que traían bien aprendida desde casa, el Guelillo bajando las escaleras que daban a la calle de abajo con su Montesa 360 para escapar de los monos. Los tres pibes que siempre pasaban charlando animosamente, dos caminando y el otro metido en una vieja carretilla que hacía de silla de ruedas, las mantas que lo cubrían hacían que solo fuese visible su mitad superior de cuerpo, siempre me preguntaba por dónde estaría seccionado aquel tipo. También aquella madre que gritaba a su hijo "¡escóndete!, ¡que tu padre te está buscando!", ya sabía lo duro que podía ser su marido.
Y entre todos aquellos estábamos nosotros, los de la placita, pasando miedo e intentando dar miedo, pero siempre en la calle, justo en aquel momento en que, recién pasada la decena de años, cambiábamos las guerras de piedras y de tártagos por fumar colillas y escupir en el suelo, las pelotas por los cojones. La Heavy Metal, Eddie en el pecho de nuestras camisetas, y también la Dojo para aprender a pelear. Patadas en el esternón, Nunchakos hechos con palos de fregona, muy larga la cadena chaval, repetía el Pichirolo. Tomándonos la justicia por nuestra mano, enfadados, contra todos, palitos en las cerraduras y mierda de perro extendida en las persianas de las tiendas que no nos dejaban sentarnos por fuera, bolsas de basura volando y entrando por las ventanas abiertas de los primeros pisos, meadas desde el puente de la autopista. Nuestros primeros pasitos...
Así, enferma e inolvidable, desesperada e imperfecta, impactante, tensa y cruda sonaba la Princesa Iballa de entonces, que ya solo existe mitificada en nuestros recuerdos. Ahora la basura se coloca en contenedores y no forma la inmensa montaña que se divisaba nada mas entrar en la calle. Pocos discos suenan en mi cabeza como este que cocinaron, sobre papel de plata, Javier Mª Almendral, Germán Sánchez y Paco "Serrucho" Cárdenas con la ayuda de Juan Bullón "Johnny" en algunos coros y de Carlos Desastre en la composición de un par de temas.




domingo, 5 de junio de 2016

Javier Corcobado - Luna Que Se Quiebra Sobre La Tiniebla De Mi Soledad ([PIAS] Spain 2011)

Un buen día mi madre dejó de cantar. Cuando estaba contenta, mientras se ocupaba de las tareas del hogar, entonaba canciones de amores perdidos que decían cosas como "él se fue un barco, con nombre extranjero, / en el mismo barco que lo trajo a mí / pero entre mis labios, se dejó olvidado, / un beso de plata, que yo le pedí...", o "te he buscado por donde quiera que vaya, / y no te puedo hallar, / para qué quiero tus besos / si tus labios no me quieren ya besar..." También estaba una que decía así "... y pensar que te adoraba tiernamente / que a tu lado como nunca me sentí / y por esas cosas raras de la vida / sin el beso de tu boca yo me vi...", y no faltaba la de "luces que se quiebran / sobre las tinieblas / de mi corazón, / ¿a dónde vas?..."
Me hacía muy feliz escucharla, y yo, que era bastante atolondrado por aquella época, fantaseaba con la romántica idea de que mi madre de joven había sido una famosa cantante que decidió cambiar su vida para casarse con mi padre. Fue de grande cuando me di cuenta de que ya no cantaba, ya solo la oía hablar sola, algo que también hago yo bastante a menudo. Pero las canciones siguen ahí, ligeramente deformadas en mis recuerdos, como he podido comprobar sorprendido cuando me he topado con que las letras oficiales, transcritas al principio de este texto como me las dictaba la memoria, no son exactamente así.
No sé si las canciones elegidas por Javier para completar su primer disco integro de versiones también pertenecen a sus recuerdos de infancia y juventud, el arco temporal abarca desde 1933 hasta 1972, a excepción de la final Losing Touch With My Mind, o si las ha ido encontrando durante el largo camino que ha recorrido. Lo que si parece claro es que, puestos a hacer un disco de estas características, la elección de remitirnos a momentos pasados en los que la calidad de las canciones y su reconocimiento caminaban de la mano, en este presente que nos ha tocado vivir de recientes éxitos refritos en programas con jurado, es como poco un mamporro en toda regla a todos esos impostores fabricados en horario de máxima audiencia, y también a quien los aúpa.
Pero a lo que vamos, la cosa es que cada vez que agarro este disco y veo su título no pude evitar conectar con esos recuerdos de infancia que mencioné al principio, y así, al escucharlo, The Shadow Of Your Smile y The World We Knew, las canciones que abren este disco, se convierten en besos de buenas noches antes de irme a la cama. Carioca y El Rey, en las que el grupo encuentra huecos donde demostrar su personalidad y desmadrarse, son batallas campales protagonizadas por los click de famobil, y carreras y pelotazos por el pequeño pasillo, y no me cuesta imaginar que están sonando Te Estoy Queriendo Tanto o Le Poinçonneur Des Lilas mientras mis padres están trajinado para traernos a mi hermano y a mí al mundo.
El cierre con Losing Touch With My Mind, original de Spacemen 3 y fechada originalmente en 1986, es el tremendo y necesario agujero de gusano que crea la banda para que yo pueda regresar al presente y volver  a dejar descansar mis más remotos y fragmentados recuerdos allí donde viven agazapados.
Comprenderán ustedes que no me haya costado cogerle mucho cariño a este disco, tanto como a aquel viejo y pequeño maletín en el que cabían doce cintas, y en el que yo, año tras año, seleccionaba mis favoritas entre todas las que mis padres habían acumulado en casa, para meterlas en el coche y hacer más llevadera la larga hora de viaje en nuestro Fiat 125 naranja, letra E en la matrícula, que siempre era el preludio de nuestras vacaciones de verano familiares en la otra punta de la isla, en lo que por aquellos años era un pueblo enano llamado Los Cristianos. Amén.
En este disco, además de Javier, la banda la conformaron Susana Cáncer, Jesús Alonso, Fino Oyonarte y Juan Pérez Marina,  que cuentan con las colaboraciones puntuales de Mariona Aupí, Maarten Van Wijck, Charly Chicago, Marc Aliana, Alicia Alemán y Gonzalo Lasheras.


NOTA: Dejando atrás lo sentimental, con lo que espero no haberles aburrido, creo se puede considerar que este disco es el precedente inmediato de los pasos que está dando Corcobado a día de hoy. Por un lado, después de haber vuelto a México para grabar el inmediatamente anterior A Nadie con parte del equipo que se ocupó de Fotografiando Al Corazón, en este Luna Que Se Quiebra Sobre La Tiniebla De Mi Soledad se comienza a configurar lo que hoy conocemos como la Javier Corcobado Orquesta. En este álbum se incorpora a la guitarra Juan Pérez Marina, y en el ep Te Estoy Queriendo Tanto, editado un año después y que aporta tres nuevas versiones además de la titular ya incluida aquí, aparece el nombre de Sergio Devece, que como miembro de La Muñeca De Sal, acompaña a Javier en la versión de The Partisan, canción que  luego sería incluida también en el disco La Muñeca De Sal & Los Profetas.
Por otro lado, el respeto, veneración, personalidad y pasión con la que el grupo ataca las diez versiones de este disco, junto con los temas escogidos, conocidos anteriormente en las voces de Astrud Gilbeto, Frank Sinatra, Manuel Alejandro, Serge Gainsbourg, José Alfredo Jiménez, Agustín Lara y Fred Astaire, hacen pensar en que este es una de las patas sobre la que se asienta el recién estrenado proyecto Spanish Crooners, compartido por Javier Corcobado y Francisco Eduardo Conde y creado con el fin de recuperar la canción romántica.