miércoles, 8 de febrero de 2017

Les Räuchen Verbôten - El Futuro Que Imaginábamos En La Niñez (Antártida Records 2014)

Llevaba años pensando que ya no se hacían discos así, casi desde la desaparición de Triquinoise Producciones. Poco después del cierre del sello fui desconectando de ese rock con entrañas, obsesivo y poético, excesivo y desgarrado, que tantas sensaciones irrepetibles me había proporcionado. La separación de 713avo Amor y Vírgenes Adolescentes terminaron de convencerme de que se trataba del fin de una era, y despechado por el poco reconocimiento que se dio en su momento a estos grupos, que no tenían inconveniente para llenarte la cara de un vinilo con una única canción y que anteponían la necesidad de expresarse al formato canción, pasé por alto las siguientes generaciones de bandas a las que la prensa y público dedicaba similares adjetivos, pero mucha más atención. Así, no le hice mucho caso ni a El Hombre Burbuja, ni a los primeros pasos de Nudozurdo, tampoco a Trajedesaliva ni a Viaje A 800 ni a ningún otro grupo que me parecía que se pudiese mover en coordenadas similares.
Para colmo, cuando hace unos años empezaron a surgir nuevos grupos amigos de lo crudo, como La Débil o Dolores, a la prensa solo se le ocurría mencionar como referentes a Triángulo De Amor Bizarro y El Columpio Asesino, arrojando aún más tierra sobre formaciones fundamentales como las dos mencionadas al comienzo de este texto o los imprescindibles Hermanos Cerdo.
Pero llegó el día en que este disco arribó a mi hogar, y tras escuchar la cara I de este doble vinilo, me reencontré con las sensaciones del pasado. Precioso doble vinilo rojo para uno de los discos de rock más bárbaro y arriesgado que caía en mis manos en muchísimo tiempo, tres caras del mismo para dar cabida a una única canción, El Futuro Que Imaginábamos En La Niñez, convenientemente dividida en cinco partes para adaptarse a las limitaciones temporales del formato. Solo Dialectics Of Shit de Billy Bao, unos años antes, aunque se mueve en muy distintas coordenadas, me había causado semejante estupor y estremecimiento, si de escuchar rock hablamos.
Al igual que en el caso de Cartografía Del Ruido, encontramos en la invitación que les hace Javier Corcobado a Les Rauchen Verboten para participar en el proyecto Canción De Amor De Un Día la génesis de esta grabación. El grupo se pone manos a la obra, pero durante el trabajo compositivo la distancia geográfica entre Justo Bagüeste y los otros dos miembros del trío propicia la salida del primero, con lo que A. I. Guillén y Jesús Alonso recurren al no menos histórico Pelayo Arrizabalaga a la hora de meterse en el estudio. Como nota al margen recordemos que Justo y Pelayo compartieron aventuras a mediados de los ochenta embarcados en los sin par Clónicos.
También colabora en el disco, con algún arreglo de saxo, Ignacio Ruiz Asensio, veterano de la escena almeriense, imagino que curtido en mil batallas desde que formara Los Reincidentes allá por 1985 y hombre de gran bagaje músical y tremenda presencia escénica como pude comprobar personalmente en la sala El Sol, que tras esta grabación pasa a incorporarse inmediatamente como tercer miembro oficial del grupo.
La cara I, dedicada al alumbramiento y la infancia, es ciertamente inquietante, con Les Rauchen Verboten practicando una especie de jazz experimental de tintes mas paisajistas y menos violento que el de su disco de debut, que de alguna manera los conecta con aquella rara avis que surgió a principios de los ochenta en Barcelona y que bajo el nombre Entr'acte editó un single, una cassette y un par de temas en un recopilatorio de la época.
Las caras II y III, madurez, senectud y extinción, estan marcadas por la presencia de Javier Corcobado, que recita uno de los mejores textos que le conozco. Desde una perspectiva personal, y con una sagaz visión de lo que acontece a su alrededor, entre "los mismos pómulos, narices, labios, tetas y nalgas rellenos de polímeros de envidia y frustración" y demás "homogeneidad en el mal gusto" actuales, las palabras de Javier señalan cuestiones de mas profundo calado y que producen el mayor de los horrores. La constatación de que ser hombre no equivale para nada a tener humanidad, la certeza de que la evolución no hace más dóciles y humanas las relaciones interpersonales, sino que las convierte en más crueles e insoportables, y el hecho de que nos desilusionamos no por las atrozidades de la vida, sino por la imposibilidad de la razón para remediarlas quedan patenetes leyendo entre las lineas de su recitado.
Si se me permite parafrasear a Eligio Resta, la lucha entre las formas autodestructivas, el desencanto, y el trabajo cotidiano de la burocracia sin alma, por un lado y las utopias, las pasiones y las muchas razones por que las que vale la pena llevar a cabo esfuerzos comunes por el otro, nunca apareció mejor reflejada en una canción. Todo esto mientras Les Rauchen Verboten, mecen, rugen, castigan y acarician a nuestras cavilaciones.
La cara IV la grosan tres canciones grabadas en una misma sesión en las que el grupo junto a Corcobado, a la guitarra y voz, se lanzan, tocados por la muy placentera Euterpe, a los indómitos brazos de la diosa imporvisación.
Solo me queda decir que existe también una edición en vinilo de 10 pulgadas a cargo de Clifford Records en el que por una cara encontramos el fragmento dedicado a la madurez de la canción que da título a la obra, y por la otra la cara IV de este doble disco; además desear, aun a sabiedas de que la humanidad no puede dejar de amenazarse a si misma, que la providencia nos depare más discos como este del que les hemos hablamos hoy. Me han soplado que Les Rauchen Verboten ya se han puesto al tajo.