Ahora que es época de listas, diré que probablemente este sea el mejor disco de pop que ha entrado en casa en los últimos años. Además de estupendas canciones de estructura cambiante, está sobrado de personalidad. A Gúdar los conozco poco, antes de este disco apenas había sondeado un par de canciones suyas, Los Animales y El Indie Nacional, que eran las señaladas como buque insignia de sus anteriores grabaciones.
Desde que escuché este disco intento estar mas al tanto de lo que hacen, y observándolos, desde la distancia, me recuerdan a mis tíos, artesanos jubilados que siguen trabajando cada día, golpeando la chapa, haciendo sus piezas únicas, imperfectas, resistentes al paso del tiempo y que solo conoce quien se haya acercado por esa calle sin salida en la que tienen su taller. Orgullo y melancolía en la mirada, honestidad, integridad, coherencia. Cuando Movistar le ofreció a uno de ellos muchos miles de euros mensuales por colocar una antena en la azotea de una casita vieja que utilizaba para guardar chatarra, la respuesta de mi tío fue que no, que aquella casa era para guardar la chatarra que había ido comprando durante toda su vida, no para una antena de mierda.
Y así me imagino a Gúdar, atrincherados en el cuartel general de Hi Jauh USB?, insobornables, despreocupados de los tejemanejes de los que se creen grandes y poderosos, pero haciendo familia con todo el que se acerca por su lugar de trabajo.
Comienza el disco con unos soniditos, una guitarra y una voz que parece no querer cantar, casi obligada, cargada de apatía. Es Vida Gris, siete minutos que son un atentado contra la rutina matrimonial. Es la puerta de entrada a diez canciones con todas las virtudes del pop, que desde la primera escucha graban momentos en tu mente, pero que nunca recurren a lugares comunes ni a trucos manoseados. Siempre asombrosas y adictivas, con cimas tan altas, como la segunda mitad de Los Conocimientos o el último minuto de Bratislava-Cataluña, por citar las favoritas de mi hija, que es imposible no sentir vértigo ante lo excepcional de las sensaciones que se derraman. Inolvidables e incluso, me atrevería a decir que insuperables.
Absolutamente intransferibles, creo que no usan ningún instrumento fuera de lo común, pero los sonidos que extraen de ellos, la forma en que combinan las voces, como se pisan, las letras, bien cantadas y mejor interpretadas, todo son hallazgos, y todo surge desde la necesidad de contar, de crear, no de espaldas al público, pero tampoco para buscar su favor.
El mismo impacto que me ocasionó el esquelético disco de Young Marble Giants, un cruce de caminos entre mis Ronaldos favoritos, los de Cero, y Bicicross, un encontronazo con la agria realidad contada con la naturalidad de un anciano que sabe que los gestos más pequeños son siempre los más hermosos y que las cosas más bellas se encuentra cuando no la buscas.
En definitiva, insisto, uno de los mejores discos de pop de los últimos años no es de pop, es de Gúdar, y de quien quiera escucharlo.
Gúdar fueron en este disco Alberto, Eloy, Nele, Olivia y Albert. Gracias Raúl por regalármelo.
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