Otros diez discos, algo de pop, tanto Gúdar como Los Lagos De Hinault con algo de mala uva consiguen buenos resultados, Los Nikis son ya más que clásicos aunque echarme de golpe toda su discografía no es lo que yo recomendaría para mantener el mito. Los Nitros, divertios y con garra, y Los Suaves con un disco que creo que no ha envejecido bien. El ya tradicional single quincenal del Dúo Dinámico, y el debut, encumbrado por obra y gracia de Woody Allen, de Giulia Y Los Tellarini. Carlos Cano ya haciendo música para gente mayor, los experimentos dementes de La Grieta y los pianos y el minimalismo del único disco, bastante bonito, de Círculo De Viena.
Ya saben, denle al play y vean lo que les gusta a ustedes. Hasta dentro de otras dos semanas.
Después de la grata sorpresa que me supuso la escucha de su primer disco, y teniendo en cuenta que algunas voces prolongaban su estado de gracia hasta su quinto disco, cuando encontré este, que hace el número cuatro en su discografía, no me lo pensé mucho.
Acabo de leer ahora que el artista, cada vez más decepcionado con los escasos logros de nuestra transición, decide dar un giro intimista a su carrera cuando comenzaba la década de los ochenta, algo que no sé si es del todo cierto pero que encaja con lo que muestra en este disco que se define en su contraportada como un disco de canciones de amor, de héroes, de románticos y de enamorados.
Y así caben en este De La Luna Y El Sol una estupenda canción dedicada a su mujer, Campo De Amores, otra a la patria andaluza, A Una Bella Durmiente, y también otra para Huelva, que clama contra los atentados medioambientales que venía sufriendo la ciudad a raiz de que las Cortes Franquistas aprovaran en 1963 la instalación de lo que llamaron Polo de Desarrollo de Huelva, más conocido como Polo Químico, por el que se instalaron a lo largo de su ría empresas altamente contaminantes cuyo único tratamiento de residuos sólidos, líquidos y gaseosos consistía en verterlos directamente en su entorno.
También se pasean por el disco el don Juan de Zorrilla ya mayor, José María "El Tempranillo" azote de caciques y latifundistas, y Al-Mutámid, rey de la taifa de Sevilla que hizo florecer la cultura de la ciudad. Una versión de Paolo Conte y un poema de Lorca al que le pone música casi completan el disco, donde mandan la copla, el folclore andaluz, algún toque arabizante, un poco de bolero y algún devaneo más cercano al pop. Aún así el disco no acaba de cuajar del todo para mi gusto, y creo que mi padre lo hubiera disfrutado mucho más.
En 1990 etiquetas como la de neoclásica o contemporánea eran algo exótico que poco tenía que ver con los intereses de los seguidores de la música popular en cualquiera de las direcciones de su amplio espectro. Deberían pasar muchos años y muchas modas para que yo empezasen a encontrarme con los nombres de Michael Nyman, Steve Reich, Philip Glass o La Monte Young más frecuentemente en mis lecturas musicales, y más todavía para que oyese hablar de Stockhausen, Satie o Bartók.
No sé cuanto habrá de influencias de estos músicos en las creaciones de Círculo De Viena, pero sí sé que por aquellos años no era nada habitual encontrar discos como este en el catálogo de sellos orientados principalmente al pop, al rock y a un público que, sin haberse acercado a ella, entendía que esta música se situaba en una franja de la cultura que no era la suya, solo destinada a académicos, intelectuales y gente mayor y aburrida. Era otro paradigma, conciertos sentados a los que había que ir con traje contra la energía del rock y la alegría del pop, la solemnidad y el elitismo del piano frente al desenfreno de la guitarra eléctrica y la batería.
Aún así, en el catálogo de Grabaciones Accidentales de aquellos años se puede encontrar alguna joyita más relacionada sonoramente con esta, como el Satie Sonneries de Patricia Escudero.
Círculo De Viena eran tres jovenes de Huesca que deberían sentirse en aquella época muy solos e incomprendidos en su pequeña ciudad y que gracias a una subvención de su ayuntamiento pudieron grabar este disco donde predominan pianos y programaciones, ocasionalmente aparece un clarinete y una guitarra, y en el que clasicismmo y experimentación aunan fuerzas para dar lugar a bonitas piezas con su punto de riesgo.
Segundo asalto de La Grieta, ya saben, el dúo formado por Mattin e Iñigo Eguillor, que volvía a este formato después de los años en los que contaron con la presencia de Josetxo Anitua en la formación y se hacían llamar Josetxo Grieta.
La decisión de Josetxo de suicidarse en 2008 marca a esta obra desde el título, aunque nada en La Grieta es evidente, y por ninguna parte en el disco se hace mención al amigo fallecido e incluso partes de este disco se grabaron antes del fatal suceso. Pero en un grupo en el que el proceso que les lleva al resultado final es casi tan importante como el propio resultado que tenemos ante nuestras orejas, ellos han sido los primeros en hacer notar el peso del inesperado desenlace en la concepción definitiva de esta obra.
Tampoco son La Grieta de ponérnoslo fácil. Los cinco minutos eléctricos que abren el disco, Otra Vez Hablando Contigo Mismo, llenos de voces entrecortadas, con guitarra y batería un tanto desbocadas son los más similar a lo que se puede entender por una canción. Lo que le sigue son cuatro temas densos y repetitivos con extrañas voces enterradas en el sonido, ambiente oscuro que dependiendo de la ocasión deja más espacio para la batería, como en Resbalando, o solo la hacen aparecer aportando tambores ocasionalmente como en Obsesión. Un pitido atraviesa la línea de bajo que manda en Necesidad. Cierran con Decisión, dieciseis minutos de trance, ruido, voces y platillos sobre una grave nota omnipresente.
Inquietante, extremo, y por supuesto, solo para oídos muy muy arriesgados, a los que acabará por enganchar.
Los Suaves en su punto de apogeo en lo que a popularidad en mi barrio se refiere, que se mantuvo con el siguiente triple en directo ¿Hay Alguien Ahí?, y que culminó con los dos conciertos que dieron viernes y sábado en el Ruta 66. No faltamos ninguno de los colegas del barrio, fue la última vez que todos quisimos parecer heavys, desempolvamos las muñequeras de picos, las camisetas de Maiden y allá que fuimos. Chorros de fuego sobre el escenario y desgañite generalizado cantando todos los temas. Noche memorable y fin de la comunión generalizada del barrio con Los Suaves, o ya cada uno iba haciendo su vida.
Segundo disco de los ourensanos con la multinacional Polydor, sonido ultrapulido, multitud de riff de guitarras que rayan la perfección, para esta vez sí, auparse en lo más alto del olimpo del rock de este país, con canción acústica incluida para sonar en los 40 y homenaje a Hendrix.
Igual lo tengo muy gastado, porque a pesar de los recuerdos que me trae, ahora no me parece tan buen disco. Tiene a su favor que por fin hicieron un disco en el que la palabra rock no sale en ninguno de los títulos de las canciones, pero igual que El Afilador, Dulce Castigo y Si Pudiera me parece que mantienen el tipo, el resto se me viene un poco abajo. Lo mismo es que ese reflejo social de perdedores, desesperados y desencantados que siempre aparecen en la lírica de Yosi ya no casan tan bien con la elegancia y lujo de la producción.
Sea como fuere, ahí estuvieron, en el peldaño más alto del podium, de manera más que merecida. Y ahí aguantaron, hasta que llegó Extremoduro con Agila para arrebatárselo.
Los Nitros fueron un trío de Madrid nacido al calor del barrio de Malasaña, no en vano la familia del guitarrista Carlos del Amo regentaba en aquella época al menos un par de bares por la zona. Junto a él están Ramón Trabas al bajo y Oscar R. Cabada a la batería.
Grupo de juventud dedicado a la diversión y al garage-surf instrumental, este trabajo fue el único que sacaron, primero, en 1996, en un bonito disco de 10" blanco, y un par de años después en Cd con cinco temas extra grabados en 1997, uno de ellos oculto. Por el camino, en aquellos años, también se aliaron con David Krahe, de Los Coronas, y Miguel Pardo, de Sex Museum, para dar vida a The Positives y grabar un single con cuatro versiones de temas relaitvamente conocidos, de esos que igual has oído alguna vez pero que seguro que no sabrías decir quien lo canta, de los sesenta y setenta. Y es que de versiones va la cosa, pero en el caso de Los Nitros de temas seguramente solo conocidos por los amantes y rebuscadores de oscuras referencias de surf.
The Fuel Injected Sound Of Los Nitros apenás tiene tres composiciones del propio grupo y salvando el tema que versionan de Thee Mighty Caesars, uno de los primeros grupos del británico Billy Childish, el resto fueron grabadas originalmente en la década de los sesenta al otro lado del charco, algunas de ellas por grupos que solo consiguieron editar algún single, como The Victors, Snow Men y Conrad And The Hurricanes.
Producido Willy Vijande, con la ayuda de Mike Sobiesky en los temas añadidos en 1997, resulta un disco vibrante, entretenido, que pasa como una extenuación, que me imagino que ese es su cometido.
A Carlos del Amo podemos encontrarlo unos años más tarde en We Are Balboa y más recientemente en Gold Lake, en ambas ocasiones junto a Lua Rios. De Ramón Trabas y Oscar R. Cabada nada sé.
Cuando Hombres G triunfaban con lo de los polvos pica pica, y el marcapasos de Marta un tipo de mi clase decía que eso era una mierda y que lo que molaba eran Los Nikis y cantaba la de El Imperio Contraataca. Ninguno le hacíamos mucho caso y menos a Los Nikis.
Muchísimos años después solo había escuchado alguna canción suelta de ellos, la de Ernesto y un buen día compré en Alcampo el recopilatorio Mi Chica Se Ha Ido A Benidorm y flipé. Me encantó, muy divertido y energético. Ideal para cuando estás de buen humor.
Luego fue cayendo algún que otro disco, que siempre me resultaron un poco irregulares, pero cuando salió esta cajita con toda su discografía la tentación fue mucha y la pillé en una de mis visitas a otors grandes almacenes. Satisfacción como completista, aunque las cuatro rarezas que anuncian no lo son tanto.
Sobredosis de Los Nikis, las canciones que me ponen más eufórico ya estaban casi todas en el de Mi Chica Se Ha Ido A Benidorm, y de lo que no había oído nunca, su último Lp, Masdelomismo y su resurrección hace unos años con el single Menos De Lo Mismo, poca cosa me sorprende y tiene el brío de sus clásicos. Se agotó el chiste, pero las joyas del repertorio antiguo siguen siendo fulminantes.
Creo que fueron primero las cuatro canciones del Ep Una Flor En La Solapa para el colectivo Aplasta Tus Gafas De Pasta, y que fue poco después cuando editaron este Cd en el que recogían canciones grabadas de manera doméstica entre 2007 y 2008.
Por entonces yo no estaba muy atento a estas cosas y no fue hasta que me regalaron su siguiente disco, Vida Gris, cuando los escuché y me convencieron de que era necesario estar pendiente de sus movimientos. Pasaron muchos años y como no se suele ver mucho este disco a la venta, consideré un pequeño golpe de suerte encontrarlo no hace tanto.
Con más de 15 años de trayectoria a sus espaldas, que no creo que les pesen porque siempre han ido a su bola y a su ritmo, ahora mismo acaban de sacar un disco compartido con Pablo Prisma, no se puede dejar de mencionar su participación en la creación y gestión de la asociación cultural Hi Jau USB?, que entre 2013 y 2019 se convirtió en uno de los nodos principales de soporte y agitación del pop independiente y otros sonidos afines en este país.
Las canciones aquí incluidas parece que tienen como faro la última grabación de Beef y el primer disco de La Estrella De David, pero también muestran que desde el principio Gúdar supo maravillar, satirizar y hasta emocionar un poco, desde el retrato de lo cotidiano.
Portonovo fue un grupo comandado por Pablo Hernández y Carlos Ynduráin que editó un par de discos con Jabalina a principios de siglo, nunca les hice mucho caso a pesar de tenerlos por casa. En 2006 anunciaron su final.
Pero Carlos Yndurain no se rindió y comenzó a preparar su nueva aventura, con calma, a la que pronto se unió Matilde Tresca, quedando conformados como dúo.
Después de un par de maquetas, debutaron junto a los ingleses The Sunbathers en el sello norteamericano Cloudberry Records en 2010, y al año siguiente ya llegó este largo en el que practican un pop para pequeñas multitudes, al estilo de Espanto, con mucho humor y mala leche, en el que todo encaja, las voces, las melodías y la manera que tienen de contar esas historias de aquellos que están transitando del final de la juventud hacia la edad adulta y no saben muy bien para donde tirar.
Mucho mejor de lo que me esperaba cuando lo compré por un par de euros, te sacan una buena y absurda sonrisa, y si el pop es magia, aquí la hay, aunque el truco y la realidad nos explote en la cara.
Ya van por su cuarto disco, así que habrá que indagar algo más en la trayectoria de Yndurain, tanto hacia delante como hacia atrás.
Liderados por Giulia Tellarini, italiana afincada en Barcelona, en pleno barrio de Gracia, la leyenda dice que allí se toparon con el artista local Eusebi Fernández, personaje muy querido en el barrio que decidió dedicarse al arte después de su jubilación y de una vida consagrada a la contabilidad. Él se encarga de los dibujos que conforman el arte del disco y terminó por darle nombre, tal fue su influencia espiritual sobre la preparación y grabación del disco.
El disco debió tener una tirada casi doméstica en 2007, pero uno de esos ejemplares llegó a las manos de Woody Allen, que por aquel entonces grababa Vicky Cristina Barcelona en la ciudad condal, y decidió incluir dos de sus canciones en la banda sonora de la película. Esto llevo al grupo a ser noticia en muchos periódicos y revistas donde encontraron sus cinco minutos de fama, y creo que fue entonces cuando se hizo ya una edición regular del disco.
Desde 2004 llevaban actuando por los locales de la ciudad e incorporando músicos a la causa, de manera que a la hora de grabar este disco ya eran ocho los componentes de la formación, entre los que aparecen algunos nombres ilustres como los de Pablo Díaz-Reixa, más conocido como El Guincho, Jens Neumaier y Jordi Llobet.
Fanfarria mediterránea, folclore sudamericano, todo bien juntito y resultados desiguales para esta aventura que fue más propulsada por los golpes de suerte que por lo que ofrecía. Igual eso les pasó factura.
Décimo registro del Dúo y cuarto de los cinco que publicaron durante 1961. Esta vez me tocó vinilo azul, porque sí, efectivamente, lo de los vinilos en color es un truco que ya viene de lejos. De hecho, desde sus comienzos, la mayoría de los Ep’s del dúo solían editarse en color rojo, azul y también negro, me imagino que, tal y como ocurre hoy en día, para desesperación y enfado de sus seguidores completistas.
En esta ocasión vuelven a componer las cuatro canciones que componen el disco, y el saldo final no puede ser más desolador. Parece ser que en su día también fue un pequeño fracaso, con ventas muy inferiores a la de sus anteriores trabajos. Dos baladas, Nostalgia y Un Nuevo Romance, melosas y hasta soporíferas, de voces engoladas, que hacen que el ímpetu de Rock ‘N’ Roll De La Alegría, sin ser nada del otro jueves, incluso con esa letra, se alce como lo mejor del lote, y que La Chica De Mis Sueños se pueda considerar resultona.
