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lunes, 3 de octubre de 2016

Corcobado Y Manta Ray - Diminuto Cielo (Astro Discos 1997)

En 1996 se celebró el primer siglo de historia del cine español, aunque ese mismo año se constataba que la grabación de Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza, la que parece ser la primera película rodada por un español, Eduardo Jimeno es su nombre, realmente databa de 1897. Aun así la celebración siguió su curso y la efeméride tuvo su reflejo en la 34 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón. Desde este se impulsó la edición a través de Astro Discos de Canciones Del Cine Español (1896-1996).
Desde el año anterior, según cuentan las crónicas, con la llegada a la dirección del certamen de José Luis Cienfuegos, el festival había virado su rumbo y apostado de manera decidida por el cine independiente, y entre todas sus actividades complementarias estuvo la edición del disco Gijón Goes To The Movies - The Dirty Dozen, en el que bandas del principado de carácter afín al nuevo espíritu del festival versionaban temas de películas con marchamo de clásicos. El concierto celebrado en el Teatro Jovellanos por los participantes en el disco parece que fue memorable y en palabras del propio director se convirtió en la clausura no oficial del certamen.
Así, al año siguiente, siendo la fecha tan redonda para la cinematografía nacional, el Festival volvió a amparar un disco que, en esta ocasión, contenía trece versiones de temas que aparecieron en películas de nuestra industria. Se redobló la apuesta invitando a participar a algunas de las primeras espadas del underground del momento junto a los grupos asturianos. Así Alaska se unía a Kactus Jack para hacer Perlas Ensangrentadas, Alejandro Díez, de Los Flechazos, se sacaba de la manga para la ocasión a Fanny Y Los Dandys, los Eliminator Jr. contaban con su amigo Guiller Momonje para su versión de Love, Love, Love, y Javier Corcobado junto con Manta Ray se atrevían con el tema principal de la película El Crack. Esta última versión fue de las más aclamadas del disco y puede que esto fuese un impulso más para que llegase a materializarse el disco que queremos compartir hoy, Diminuto Cielo.
Manta Ray, con su debut de 1995, había establecido su propio territorio sonoro y se mostraba como una singularidad tan valiosa y excitante como lo fueron en su día Young Marble Giants. Corcobado, por su parte, completaba ese mismo año su suculenta trilogía con Los Chatarreros De Sangre Y Cielo, aunque en aquel momento nada indicaba que no iba a tener continuidad.
Dos años después, cundo unieron sus fuerzas, Manta Ray ya habían incorporado a Frank Rudow, y a ese fantasmal instrumento que es el theremin, a sus filas y su sonido estaba más cerca de abrir nuevas puertas que del de su debut. Javier, por su parte, acudía a la cita con un cuaderno de textos saturados de muerte y también de su reverso tenebroso, eso que llamamos vida, y así se erigió en este negro disco cual Jano situado en el umbral del Érebo, proyectando sus opuestas miradas, una sobre personajes al límite, cercanos a su fin o que los buscan desesperadamente, mientras que la otra indaga quirúrgicamente en el principio del sueño perpetuo.
De la música se encarga Corcobado en cinco temas mientras que Manta Ray asume la de otros cuatro, firmando solo conjuntamente la de Radio, canción que abre el disco. Cierra los once temas que aquí encontramos la versión de Getsemaní, merecedora casi de un capítulo aparte, con uno de los tour de force vocales mas impresionantes que servidor a escuchado. Antes hemos padecido con los ritmos tísicos de Jugador, sufrido con los rigores sónicos del blues industrial en A Traición, sentido la extrema sensibilidad de nuestra dermis causada por la etérea y susurrada Gitanita, y también la presión en la sien de las palabras que se disparan en Puta, por describir solo algunos de los síntomas que provoca la escucha de Diminuto Cielo.
La portada negra revoloteada por mariposas de vivos colores a modo de representación de nuestra efímera existencia sintoniza a la perfección con el contenido de este álbum doliente, valiente, sincero y nada complaciente con los que lo esperábamos como agua de mayo desde que se anunció que se grabaría.
Cuando lo hicieron Manta Ray eran Nacho Vegas, Nacho Álvarez, José Luis García, Javier Vegas y Frank Rudow. Corcobado es, y será, Javier Corcobado.



lunes, 7 de marzo de 2016

Corcobado - Editor De Sueños (GASA / Astro Discos 2006)

Después de cuatro años en México, Javier Corcobado decide volver a España y se instala en una pequeña localidad de Nijar, provincia de Almería, de nombre Los Albaricoques. Según la Wikipedia, en la actualidad este lugar alberga a 252 habitantes, pero no es este el dato más importante. Esta pedanía fue uno de los escenarios que contribuyó a convertir la provincia de Almería en ese gran plató cinematográfico natural durante los años sesenta y setenta. En sus cortijos se grabaron escenas de La Muerte Tenía Un Precio, Por Un Puñado De Dolares y El Bueno, El Feo Y El Malo, entre otras. Un sitio donde quizás fue fácil confundir fantasía y realidad, no sólo los habitantes de la zona trabajaban como extras de aquellos western sino que muchos de ellos vivían de la extracción de oro en las minas de Rodalquilar, cerrada a finales de los sesenta cuando la explotación no era ya rentable.
En este entorno compuso Javier su editor de sueños, refugiado en un antiguo aljibe abandonado, rodeado de la inmensidad de la tierra, pero sintiendo cerca también la del mar, a unos 10 kilómetros en línea recta. Para grabarlo cuenta con Paula Grau y Vera Acacio, Paula había participado ya en la grabación del anterior Fotografiando El Corazón, y Vera se había incorporado a la banda para presentarlo en directo. Estrena sección rítmica con Salvador Soto al bajo y Jesús Alonso a la batería, y completa la formación invitando a su amigo Javier Arnal para que se ocupe de la guitarra. Este acepta y se traslada hasta este desierto territorio, que al parecer, se ha acabado convirtiendo en su hogar.
Como no puede ser de otra manera, algo del paisaje se cuela en el disco. Ahí están esos verso de No Quisiera, "Minas de oro abandonadas / eso soy yo sin su mirada / polvo en el piano, violines en el mar". Y puede que también algo del espíritu de aquel cazarrecompensas errante que pisó estos parajes, sin nombre y de pocas palabras, haya poseído a la banda. No en vano, creo que es la primera vez que en un disco de Javier hay hueco para temas instrumentales, dos tenemos aquí. Invernadero, con un buen groove asaltado por el ruido, y Origen Del Fin, de una elegancia ligeramente canalla, como saborear un buen whiskey sin  perder la calma mientras asistimos a la devastación total de nuestra especie.
Las declaraciones del propio Javier en una entrevista de la época, en las que describía al disco como una colección de canciones de amor, y de odio hacia la humanidad tampoco extrañarían en la voz de aquel señor del poncho al que en ocasiones apodaban Manco. Los casi 25 minutos de Extermínense, canción-duelo de guitarras que cierra el disco, entre ruidos, parones, gritos y una letra que casi se limita a repetir el título, son un claro ejemplo de esto último, Aunque desde la inicial Susurro, el conjunto del género humano ya se lleva lo suyo.
Este disco lo encontré enterrado en las estanterías de unos grandes almacenes a los que solo me acerco en navidades, y la verdad es que llevaba bastante tiempo sin pasearme por él. Lo que mas me ha sorprendido al reescucharlo concienzudamente es que únicamente no me acordaba de las tres canciones de menor minutaje, Amar, Si Usted Pudiera Matar y Pequeña Muerte, que ahora se me han revelado como pequeñas gemas de muchos quilates que hacen de este disco, hoy no puedo usar otro símil, un auténtico tesoro por el que nadie debería dudar en liquidar a quien se le ponga por delante para conseguirlo.



domingo, 27 de septiembre de 2015

Materia Gris - Para Pensar (Astro Discos 1998)

En 1998 ya llevábamos unos años oyendo hablar del Xixon Sound, Australian Blonde iba por su segundo disco con una multinacional, Penelope Trip habían pasado a mejor vida después de inaugurar el catálogo de Astro, Medication, The Screamin' Pijas y Yellowfinn también eran ya historia. Seguían en la independencia Manta Ray, que continuaban con su personal camino y Cactus Jack, mientras que Eliminator Jr. ya había empezado sus mutaciones para acabar como La Jr. Es cierto que ya les pisaban los talones una segunda generación de bandas, con Undershakers, Nosoträsh o Tommy Crimes a la cabeza. También Astro Discos era parte culpable, aunque involuntaria, del asunto.
La cosa es que pocas, o ninguna, de las bandas metidas en la mencionada etiqueta parecía sentirse a gusto con ella, como pasa siempre, pero tampoco nadie parecía interesado en desterrarla del todo. Hasta que llegaron Materia Gris. Mas que dar un golpe en la mesa y gritar "¡Esto se acabó!, lo que hicieron con la publicación de este disco fue pegarle un tiro en la nuca al sonido que había puesto a la ciudad de El Molinón en el mapa de los noventa. Y parte de la gracia es que para hacerlo contaron con la ayuda de algunos de sus protagonistas, en la grabación participan Mar y Sandra, de Undershakers, a los coros, Pedro Vigil, que había estado en Penelope Trip, Paco Loco, productor por excelencia de todo el asunto y Fran Gayo, a punto de debutar con Mus, además de Luis Ampudia, Carlos Martínez y Manuel Molina.
Me imagino la estupefacción de quien se pusiese ante este disco pensando en cualquiera de los grupos antes nombrados, y mas en aquellos tiempos en el que la palabra cantautor era blasfemia, todavía faltaban algunos años para que Nacho Vegas pariera sus Actos Inexplicables.
Materia Gris defendían sus canciones con guitarra acústica y española, una armónica, que en ocasiones parece volverse loca, y una voz mas que en primer plano con una perfecta dicción en castellano. Todo a la contra, así eran, y así alumbraron un álbum de pop muy adelantado a su tiempo, por el que también aparecen esporádicamente violín, acordeón, clarinete y batería. Un disco bonito, pero salvaje, de letras incisivas y serio sentido del humor, que bien puede ponerse al lado de otras magnificas obras de pop distinto, como las que parieron posteriormente Anticonceptivas desde el mismo Principado, o los trabajos más actuales, y más alejados geográficamente, de Gúdar o Antonna.
Materia Gris solo grabaron este disco, y fueron Luis Mediavilla y Luis Navarro. Hace poco la gente de Astro contaba que cuando les pidieron una foto del grupo para labores promocionales ellos mandaron la de unos genitales masculinos metidos en un bote. Nada más que añadir.




domingo, 30 de agosto de 2015

Sitcom - Sitcom (Astro Discos 1998)

En el 98 lo del noise-pop y el indie estaba relativamente asentado en nuestras vidas. Ya habíamos visto desinflarse la nómina de grupos que estaban subidos al carro y algunas de las primeras espadas también habían decidido pasar a mejor vida. La desbordante ilusión del principio dejaba paso a la realidad que constataba que a corto plazo nada había cambiado tanto como parecía que iba a hacerlo, ni con la ayuda de alguna multinacional mediante.
También, imagino, que los que habíamos seguido la historia ya teníamos bastantes claras nuestras listas de favoritos y ¿como no?, de apestados. Y digo esto porque Sitcom fue, al menos para mí, un supergrupo con todas las de la ley. Aquí tenemos a dos ex-Corn Flakes, un Manta Ray y la colaboración absoluta de un Beef. Bandas, las tres, que por aquella época eran indispensables para mi.
El disco comienza medio en broma con Suzie, un zumbido que convive con una leve instrumentación y una voz que nos cuenta el duro proceso de grabación del disco y las primarias motivaciones de los músicos para superarlo.
En la siguiente, My Name Is Jimmy, las guitarras, cercanas al hardcore, tienen el mando. Luego el disco se recoge con la triada que inicia Roma's Little Fall, preciosa, tranquila y de cachondo título, recuerden que por aquel entonces también Chiquito estaba asentado en nuestras vidas. Le siguen Goodnight Kiss y los siete minutos de Sitcom, también íntimas, aunque en ellas haya momentos de furia, guitarrera o no. Esta última es mi favorita del disco, con esas partes casi recitadas sobre un piano y algunos ruiditos.
Cierran con The Most Important Lies You Told Me, en la que hacen colisionar sus planteamientos de rock emocional con programaciones casi industriales.
Sitcom fueron Abel, Raül y Javi, además contaron con la colaboración estelar de David Rodríguez. Lo dicho, un supergrupo efímero que nos dejó un único disco breve y bueno, curioso e interesante, con más pinta de divertimento entre amigos que de obra hecha para alcanzar la categoría de súper. A esas alturas ellos también sabían ya qué se podía esperar de lo del indie.