En 1996 se celebró el primer siglo de historia del cine español, aunque ese mismo año se constataba que la grabación de Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza, la que parece ser la primera película rodada por un español, Eduardo Jimeno es su nombre, realmente databa de 1897. Aun así la celebración siguió su curso y la efeméride tuvo su reflejo en la 34 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón. Desde este se impulsó la edición a través de Astro Discos de Canciones Del Cine Español (1896-1996).
Desde el año anterior, según cuentan las crónicas, con la llegada a la dirección del certamen de José Luis Cienfuegos, el festival había virado su rumbo y apostado de manera decidida por el cine independiente, y entre todas sus actividades complementarias estuvo la edición del disco Gijón Goes To The Movies - The Dirty Dozen, en el que bandas del principado de carácter afín al nuevo espíritu del festival versionaban temas de películas con marchamo de clásicos. El concierto celebrado en el Teatro Jovellanos por los participantes en el disco parece que fue memorable y en palabras del propio director se convirtió en la clausura no oficial del certamen.
Así, al año siguiente, siendo la fecha tan redonda para la cinematografía nacional, el Festival volvió a amparar un disco que, en esta ocasión, contenía trece versiones de temas que aparecieron en películas de nuestra industria. Se redobló la apuesta invitando a participar a algunas de las primeras espadas del underground del momento junto a los grupos asturianos. Así Alaska se unía a Kactus Jack para hacer Perlas Ensangrentadas, Alejandro Díez, de Los Flechazos, se sacaba de la manga para la ocasión a Fanny Y Los Dandys, los Eliminator Jr. contaban con su amigo Guiller Momonje para su versión de Love, Love, Love, y Javier Corcobado junto con Manta Ray se atrevían con el tema principal de la película El Crack. Esta última versión fue de las más aclamadas del disco y puede que esto fuese un impulso más para que llegase a materializarse el disco que queremos compartir hoy, Diminuto Cielo.
Manta Ray, con su debut de 1995, había establecido su propio territorio sonoro y se mostraba como una singularidad tan valiosa y excitante como lo fueron en su día Young Marble Giants. Corcobado, por su parte, completaba ese mismo año su suculenta trilogía con Los Chatarreros De Sangre Y Cielo, aunque en aquel momento nada indicaba que no iba a tener continuidad.
Dos años después, cundo unieron sus fuerzas, Manta Ray ya habían incorporado a Frank Rudow, y a ese fantasmal instrumento que es el theremin, a sus filas y su sonido estaba más cerca de abrir nuevas puertas que del de su debut. Javier, por su parte, acudía a la cita con un cuaderno de textos saturados de muerte y también de su reverso tenebroso, eso que llamamos vida, y así se erigió en este negro disco cual Jano situado en el umbral del Érebo, proyectando sus opuestas miradas, una sobre personajes al límite, cercanos a su fin o que los buscan desesperadamente, mientras que la otra indaga quirúrgicamente en el principio del sueño perpetuo.
De la música se encarga Corcobado en cinco temas mientras que Manta Ray asume la de otros cuatro, firmando solo conjuntamente la de Radio, canción que abre el disco. Cierra los once temas que aquí encontramos la versión de Getsemaní, merecedora casi de un capítulo aparte, con uno de los tour de force vocales mas impresionantes que servidor a escuchado. Antes hemos padecido con los ritmos tísicos de Jugador, sufrido con los rigores sónicos del blues industrial en A Traición, sentido la extrema sensibilidad de nuestra dermis causada por la etérea y susurrada Gitanita, y también la presión en la sien de las palabras que se disparan en Puta, por describir solo algunos de los síntomas que provoca la escucha de Diminuto Cielo.
La portada negra revoloteada por mariposas de vivos colores a modo de representación de nuestra efímera existencia sintoniza a la perfección con el contenido de este álbum doliente, valiente, sincero y nada complaciente con los que lo esperábamos como agua de mayo desde que se anunció que se grabaría.
Cuando lo hicieron Manta Ray eran Nacho Vegas, Nacho Álvarez, José Luis García, Javier Vegas y Frank Rudow. Corcobado es, y será, Javier Corcobado.
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