El primer disco de Caballero Reynaldo que llegó a mis manos contenía tristes noticias, editado en 1995, Clásico Con Twist, relataba en breves interludios situados entre las canciones los avatares más significativos, musicalmente hablando, de este músico, de nombre real Reynaldo Martínez, desde su más tierna infancia hasta aquel fatídico día en el que se suicidó sobre el escenario, poco después de sobrevenirle el éxito masivo que sin duda mereció disfrutar desde mucho antes. La posterior trama de cómo la poderosa Radio Fumatrón trató de explotar la figura del fallecido Caballero Reynaldo, tomándolo como artista de referencia para proyectarlo como modelo para una determinada parte de la población, y que terminó en sonado fracaso, quedó plasmada con todo su intríngulis en el disco pirata Episodios Familiares.
Después, ya se sabe cómo es el género humano, una inexcrutable mezcla de ficción, realidad y rumorología acabaría forjando la leyenda, en la que parece que nadie ha conseguido ponerse plenamente de acuerdo. La versión oficialista que vienen promulgando desde hace unos años la mayoría de medios afines al poder afirma que el Caballero Reynaldo nunca existió, y que toda su historia es fruto de la desbordante imaginación de Luis M. González Martínez, bajista de la tercera formación de Mar Otra Vez y miembro del impúdico trío Amor Sucio, que con sus hábiles dotes de comediante, está última palabra usada en su más amplia acepción, habría creado un fake digno de compararse con aquella Guerra De Los Mundos retransmitida por Orson Welles hace ya casi 80 años. Sin embargo, como pudimos ver hace poco más de mes y medio en el especial que le dedicó Iker Jiménez en el estreno de la nueva temporada de Cuarto Milenio, son bastantes los que creen firmemente que existió, incluso pudimos ver en pantalla quien afirmaba ser poseedor del inencontrable disco que nuestro hombre editó con Me Miro El Ombligo Records en los inicios de su carrera, y dan absoluta veracidad a todo lo expuesto al comienzo de este texto e incluso a la rocambolesca historia que sitúa a Reynaldo como pieza clave de la venganza que Madame Ping Y Pong puso en marcha contra los estamentos de la iglesia católica a finales del siglo XV, tal y como se contaba en Una Historia De Darwin, otro ciclo de canciones del Caballero que vio la luz a finales de los noventa. No son pocos los que peregrinan anualmente al lugar de su supuesto fallecimiento. Tampoco faltan los que niegan su muerte y consideran que el Caballero Reynaldo continúa con vida, escondido, junto a Bruce Lee, en lo más profundo de la China roja, y que es allí donde sigue componiendo y desde donde hace llegar sus canciones al anteriormente mencionado Luis M. González, a la sazón capo de Hall Of Fame Records, discográfica en la que se han ido editando la practica totalidad de las grabaciones que han ido viendo la luz en los años posteriores a la fecha oficial de su muerte, y que según uno de sus más reputados biógrafos, Nicolás Arriaga Agrelo, dejó grabadas en cantidades ingentes antes de su fallecimiento. Incluso los hay que solo atribuyen al Caballero Reynaldo una pequeña parte de las en torno a cuarenta referencias editadas a su nombre, y que acusan a abiertamente a Luis M. González de suplantar al verdadero Reynaldo, para en una ominosa maniobra, con el único fin de lucrarse, hacer pasar sus modestas composiciones por las del genial Caballero.
Ya ven cuán de revuelto está el río, y una vez metidos en él, la única certeza es que cada resquicio de luz, que uno cree encontrar para discernir qué hay de verdad en alguna parte de toda esta historia, ilumina la entrada a un abismo aún más difuso e impenetrable.
Así que no queda más remedio que darse por vencido y pasar a hablar de las pruebas tangibles, esa cuarentena de grabaciones que han ido saliendo a la luz desde el último lustro del siglo pasado hasta nuestros días. En esta larga lista de álbumes coexisten discos con sus propias canciones, una trilogía tributo al gran Malcolm Scarpa, innumerables reescrituras de la obra de Frank Zappa, reinterpretaciones transmutando géneros de discos y autores clásicos en la famosa serie de Los Botijos, repasos a su propia discografía con nuevos arreglos, rarezas, descartes, el delirio medieval que emprendió junto a El Visionario De La Lupa que acabó por dar forma a Los Visionarios, y también Monolitos... y su hermano Mongolitos.
Monolitos es un caramelo de pop envenenado, que seguramente hubiera saboreado todavía más si no hubiese leído antes de su escucha nada sobre el método empleado para su construcción, maldita manía, mil veces me he dicho deja ya de leer sobre música. Aún con este pequeña pega, la excitación neuronal al escuchar por primera vez las canciones de este disco e ir encontrando los pocos vestigios que quedan de las que las inspiraron, fue mayúscula. Monolitos deriva del primer disco de Ilegales, que nunca ha estado entre mis favoritos de los asturianos porque siempre me pareció un poco carente de fuerza comparado con mis idolatrados Todos Están Muertos y Regreso Al Sexo Químicamente Puro, y de esto se aprovecha Caballero Reynaldo para terminar de virar las canciones al pop y convertirlas a todas ellas en alucinantes cápsulas en cuyo ADN se trenzan con naturalidad una lejana familiaridad con la sorpresa de lo nunca escuchado. Pop con mayúsculas, pegada inmediata y asombro, gracias también a las nuevas letras que se arriman al absurdo cotidiano, inmersas en coros doowop, con mucha gracia y algo mas de un poco de mala uva. Pura efervescencia musical.
Cuatro año después llegaría Mongolitos, las mismas bases musicales que en Monolitos, pero esta vez con las letras que Jorge Martínez compuso para el primer disco de Ilegales. Como se decía no me acuerdo en qué sitio, solo falta para cerrar este cuadrado mágico que Jorge Martínez vuelva a grabar su primer disco, pero con las letras, obra de Román García, que Caballero Reynaldo canta en Monolitos. Algo a primera vista muy improbable, aunque no falta quien ya lo da por hecho para el próximo 2018, afirmando que Jorge Martínez y Caballero Reynaldo (no olvidemos que su nombre real es Reynaldo Martínez) son la misma persona, esgrimiendo como pruebas extrañas piruetas temporales y las crípticas, y ya famosas, palabras que aparecen al final de los créditos de F For Fake, film de 1973 de, otra vez tenemos que mentar a este otro gran ilusionista, y puede que no sea casualidad, Orson Welles.
Hoy me veo en la obligación de corregirme.
ResponderEliminarJuraría que anoche, o mejor dicho, esta madrugada, ya 24 de febrero de 2019, a las 5:13 hora de Pekín, me pareció ver salir del Maggie’s bar 美琪 del Ritan park de la capital china a Jorge Martínez y a Caballero Reynaldo, acompañados por dos señoritas mongolas al son de “Sunday Morning” de la Velvet Underground. O eso, o es la droja en el Cola-Cao.