Desde aquel lejano Squezme! EP de debut, que siempre tendré como hermano del Kabuki Village EP de Yellow Finn, hasta este Torres De Electricidad transcurrieron 12 años, o un poco más, en los que Manta Ray se hicieron grandes. En este tiempo esperanzaron con su álbum de debut, en el que practicaban un sonido inédito por estos lares al que pronto dieron esquinazo, y con cada nuevo paso repitieron estrategia, ir abriendo nuevas puertas a su forma de expresarse. Colaboraron, o compartieron disco, según el caso, con Diabologum, Corcobado y Schwarz, recrearon sus bandas sonoras favoritas para el Festival de Cine de Gijón, e incluso algunos de sus componentes atacaron proyectos paralelos como Viva Las Vegas. Y casi al final llegó este disco, que quedó como su testamento musical, pues se separaron dos años después sin darle continuidad.
Yo fui de aquellos que quedaron capturados con su primer disco largo y que no comprendieron bien el siguiente paso. La reconciliación vino con la gira de Esperanza, que los trajo hasta La Laguna, donde dieron un concierto demoledor. Aún así, no compré este disco en su día sino cuando ya el grupo se había separado, y la sorpresa al escucharlo fue grande.
Muy alto volaron Manta Ray en este Torres De Electricidad. Sin renunciar a esos largos desarrollos instrumentales que llevaban años manejando, en esta ocasión deciden incrustarlos en cada una de las pistas de este disco de manera que no se resintiera en absoluto la percepción de que estamos ante un disco de canciones. A esto ayuda, y mucho, la opción de aprovechar al máximo las posibilidades de la voz de José Luis, quizás la mejor, o por lo menos una de las más expresivas y personales, que dio el indie de los noventa.
Si como tengo ahora la impresión, aunque hace muchísimos años que no los escucho, es cierto que en los discos que vinieron después de su debut optaron por diluir el concepto tradicional de canción en favor de un magma instrumental casi continuo, este último disco es un poco la vuelta al punto de partida.
Refuerza esta sensación el final del disco con la canción que le da título, donde repiten "vayamos al patio a jugar / con las torres de electricidad", recordando quizás cuando eran jóvenes y empezaron con esto, seguramente con la única intención de eso, de jugar con la electricidad.
Claro que esta vuelta a los orígenes es con las maletas llenas de sabiduría, que bien le sientan los vientos a este disco, y mucha seguridad, con la sensación de que el camino les ha hecho maestros en su oficio, no hay que ver más que la trayectoria posterior de cada músico, y con la convicción de que el resultado mostrado tras tantos años de viaje difícilmente puede ser mejor.
En esta ocasión Manta Ray fueron José Luis García, Nacho Álvarez, Frank Rudow y Xabel Vegas.
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