Desde su aparición en Editor De Sueños, Jesús Alonso se ha convertido en el batería oficial de la banda de Corcobado, y como tal ha participado en todas las grabaciones que han venido después. Echando cuentas, son ya diez los años que lleva al lado de Javier, aunque este tiempo le ha dado para mucho más. Se puede rastrear, sin mucho esfuerzo, su nombre en discos de Justo Bagüeste, Sefronia y Cartografía Del Ruido. Por otro lado, durante esta década se le ha podido ver como miembro fijo de Alondra Satori, Leone y Les Rauchen Verboten. Además, últimamente también acompaña las apariciones en directo de Erizonte.
Algunas de las bandas mencionadas anteriormente, concretamente Alondra Satori y Sefronia, también contaban con la guitarra de A. L. Guillén, dueño de una extensa discografia en solitario desde mediados o finales de los noventa, y embarcado en otros mil proyectos como el quinteto Almayate y la dirección de la netlabel Gruppo Ungido.
A finales de la década pasada ambos músicos encuentran tiempo para enzarzarse en largas sesiones de improvisación que acaban siendo el germen de Les Rauchen Verboten. El material obtenido de estas sesiones entusiasma a Justo Bagüeste, que se une a ellos para acabar de dar forma al trío. Así la formación del grupo en este debut queda con Jesús a la bateria, A. L. a la guitarra y moog Lp, y Justo a los saxos.
Da la impresión de que al comienzo de Penetration, el tema que abre el disco, estén intentando romper nuestras defensas a fuerza de taladrar, y aunque parezca que en ocasiones la broca patina sobre el parietal, en dos o tres minutos ya han dado cierta estructura a la pieza y nuestro cráneo queda listo para pasar a golpes por la cadena de montaje hasta la siguiente fase, en la que nos inyectan una carga de electricidad de creciente intensidad y mas golpes, hasta acabar en un sonoro centrifugado para limpiar esquirlas. Ya podemos enfrentarnos a lo que se nos viene encima.
El proceso industrial y la libertad del artesano, la cadena de montaje y la imaginación sin límites se dan la mano. Los fallos, las taras, como parte indispensable del proceso, como fruto del error de la máquina, y la imprevisibilidad del humano como origen de nuevos cánones de belleza están presentes en estas seis composiciones. La brutalidad del remache y la suave fruición del papel de lija del doble cero crean y modelan estas canciones hechas de jazz y dolor, de rock, improvisación y tribalismo industrial.
Les Rauchen Verboten vapulean al rock para volverlo a hacer peligroso y sucio, adictivo y sorprendente. Este disco, que descubrí no hace tanto, es perfecto para añadir un vértice más a lo que yo llamaba a principios de década "el nuevo triangulo de la salvación del rock en este país", y que para mí definían hasta ahora Billy Bao, Telephone Rouges y The Murders In The Rue Morgue.
Infinitos minutos, la cara B del vinilo cierra el surco sin que la aguja llegue nunca a volver a su punto de origen, para recuperar la fe en el rocanrol como arma para sublevar, y sublimar, conciencias y desestimar lo establecido. No cuenten con que ningún creativo intente vender vaqueros de marca para adoctrinados rebeldes con lo que aquí suena, no hay engranaje capitalista que pueda con este disco.
Finalizado el proceso al que hemos sido sometidos solo nos queda afirmar que la abrasión y el placer son absolutamente compatibles.
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