Más canciones, esta vez le tocaba asomar por aquí al disco Un Mar De Confianza de Luz, paradigma de mi enfermedad acumuladora. En el trabajo me mandan a otra isla y aprovecho la tarde para acercarme a una tienda de discos que conocía de otras veces, pero esta vez, cuando llego, ya no existía, había cerrado. Me quedo desorientado, encuentro cerca una tienda no me acuerdo de qué con una cajita de cd’s a un euro en la entrada, no hay nada que me interese y compro este disco convenciéndome de que una vez, de muy joven, había algunas canciones de ella que me gustaban, aunque en verdad, dentro de mí, sabía que era mentira.
Y ahora me ha tocado buscarle compañía con otros discos que andan en la misma estantería, en la de espera para salir en este blog. Al final la cosa ha ido de canciones y de personalidades y de proyectos personales que han hecho de la canción el centro de su trabajo y nos ha quedado una lista de adoradores de la métrica que empieza en Valencia en 1992 con Julio Bustamante y acaba en Málaga con Conde, ya en 2021.
Nacido en Valencia en 1951, sus primeros pasos en esto de la música los da componiendo temas para otros, entre ellos tres que incluyó Remigi Palmero en su primer disco Humitat Relativa.
En 1981 se edita su primer disco, Cambrers, que junto con Entusiastas, de 1998, son consideradas sus cumbres creativas. Dueño de una voz serena y maravillosa, siempre me lleva a la de Ze Ramalho, en este Ciutat Magnètica, su cuarto disco, volvía al valenciano después de dos en la lengua de Cervantes.
Buen disco, quizás con una producción muy deudora de su época, o tan AOR que parece no encajar del todo con su personalidad, pero que se sostiene gracias a una buena tanda de canciones que aguantan el tratamiento que se les eche.
Nacido en Irún en 1960, al mayor de los Muguruza le llegó el reconocimiento por parte de la crítica del estado en 1997, a raíz de la publicación de Aise, cuando llevaba ya casi diez años publicando discos, primero como Xabi Muguruza, luego con el grupo Les Mecaniciens y por último, desde 1994 presentándose en solitario.
Boza Barruan fue el primer disco que firmó como Jabier Muguruza, y para su estreno se decantó por un disco con los mínimos elementos, guitarra eléctrica o clásica y bajo o contrabajo como únicos acompañamientos a su voz. Creo que sólo en la instrumental Lore Eguna podemos escuchar también el acordeón de Jabier.
Así, este debut se presenta como un disco sutil, casi quebradizo en su delicadeza, pausado, plácido, recogido y diría que hasta algo huraño, con algún punto de conexión con Albert Pla a la hora de afrontar vocalmente ciertas canciones.
Nacido en Madrid en 1969, cualquiera que tuviese raciocinio en 1995 debe recordar su álbum de debut y aquella especie de sueño americano cumplido que nos vendían los medios recalcando su fulgurante ascenso que lo llevó de tocar en el Retiro a sonar a todas horas en la radio y ganar un premio Ondas.
Su tercer disco, Tres, está bien alto en mi lista de discos favoritos de todos los tiempos y fue la causa de que desde entonces haya seguido su carrera de cerca e incluso de que haya comprado sus primeros dos discos, aún creyendo que no me iban a gustar.
Este primero, realmente sin título, se deja escuchar, su sonido es amable y esconde alguna joya entre las canciones que no fueron singles, aunque viendo los riesgos, y la libertad, que empezó a asumir a partir de Tres, este debut queda como un primer paso en el que todo suena demasiado comedido o convencional.
Nacida en Boimorto, un pueblecito de A Coruña en 1958, Luz viajó a Madrid en 1977 para seguir con su carrera musical, que habia comenzado unos años antes en Avilés como integrante del grupo Las Fannys. Ese mismo año edita un primer single que en aquellos años no tuvo continuidad.
El éxito, a finales de los ochenta, de las baladas Te Dejé Marchar y No Me Importa Nada, unido a la inclusión de otras tantas en la banda sonora de Tacones Lejanos fraguan su transformación de rockera a gran dama de la canción, que se concreta en Como La Flor Prometida, adiós a las portadas con ropas de cuero y cabello encrespado.
Un Mar De Confianza llega justo después de este disco y viene cargado de canciones primorosamente arregladas que juegan en la misma liga que las de Luis Miguel y otros multitudinarios astros de la canción atemporal, entre las que se cuela algún resquicio de su pasado… pero todo ya pensado para cenas románticas de ministros socialistas y gente de gusto afín.
Nacido en Granada en 1962, José Ignacio Lapido ejerció desde 1982 como compositor y guitarrista de los míticos 091. Sus canciones, en la voz de José Antonio García, siempre encontraron el favor de la crítica y de parte de los aficionados al rock de este país, pero en la mayoría de las ocasiones les fue esquivo el acceso a las radio fórmulas de finales de los ochenta, y por tanto al gran público y al lucrativo negocio que se generó alrededor de ellas.
En 1996 dan sus últimos conciertos y después de una temporada componiendo para otros artistas y espectáculos teatrales, debuta en solitario en 1999 con este Ladridos De Perro Mágico. Dueño de un estilo muy personal en sus textos, no es difícil ver esta colección de canciones como un nuevo album de 091, con la única sorpresa de encontrarnos con una voz a la que no estabamos acostumbrados. Catorce canciones estupendas, sin muchas sorpresas, que hace difícil elegir favoritas y que siguen apuntalando su bien ganada reputación de excelente escritor de canciones.
Nacido en Buenos Aires en 1961, todo dios en este país le puso cara con el vídeo de Sin Documentos y el auge de Los Rodríguez entre 1993 y 1995. El grupo se separaba al año siguiente y Andrés retomaba su carrera en solitario que ya contaba con cuatro discos editados en Argentina.
Esta nueva etapa arrancaba con Alta Suciedad, éxito de público que nunca me ha dado por comprar, y continuaba con Honestidad Brutal, éxito de crítica, y que a mi me tuvo enganchado una buena temporada. El siguiente paso fue El Salmón, un disco excesivo de 103 canciones repartidas en 5 cd's, que se vendía a precio razonable y que arrastraba la leyenda de un Calamaro metido a tope en la mala vida del rockandroll.
Recuerdo perfectamente la primera vez que lo puse y el pensamiento que pasó por mi cabeza cuando iba por la tercera canción, no puede ser que se haya marcado 103 canciones de este nivel, y claro, no lo hizo, era imposible. Pero el disco no deja de ser una proeza, en el que a un Calamaro arrebatado y en estado de gracia parece salirle casi todo bien, ya sea tango, blues, rock, reggae, ya sea en las versiones, de Marley a Rio Manso, la que era mi canción favorita de la cinta que tenía mi padre de Los 3 Sudamericanos, ya sea en las composiciones propias, tanto en sus características canciones de amor como en los frescos sociales que pinta de su querida Argentina. Discazo, por tamaño, y también por resultados.
Nacido en San Sebastían en 1963, su trayectoria musical comenzó en 1979 con U.H.F., grupo con el que grabó un par de canciones en un disco compartido con los también donostiarras Mogollón.
Hasta la edición de 1971, su primer disco en solitario, podemos seguir su rastro liderando los grupos Amor A Traición y Deriva, con los que no tiene mucha suerte, a pesar de sacar un par de buenos discos con cada uno de ellos.
La suerte le sonríe con 1971, primer disco a su nombre, y por fin la crítica se rinde al buen hacer de Berrio, y también parte del público que agota rápidamente la corta tirada del disco.
En este disco Rafael Berrio encuentra la horma de su zapato en Joserra Senperena, que opta por alejar las canciones de cualquier convencionalismo pop o rock, y las envuelve entre elegantes, atemporales y decadentes arreglos, que se ajustan como anillo al dedo al sentir de las letras del donostiarra, en las que se dibuja aquel mundo de cafés, tertulias y burdeles en el que la pobreza, la intelectualidad, la bohemia, el costumbrismo y lo canalla se entrelazaban para dar a luz personajes únicos.
Nacido en Tenerife en 1970, en 1986 comienza su periplo musical en Servicio Público junto a Txetxo Baucells de Conemrad, banda con la que llegan a ganar el certamen Juventud Y Cultura Pop de 1989.
En 1992 sale su primer trabajo en solitario, El Acantilado De Judas, y ese mismo año entra como bajista en Tractores, la reconversión de Ataúd Vacante que, a pesar de girar por gran parte de la península e Italia, no da los frutos esperados.
Antecedentes Carnales es su octavo trabajo si contamos Casi, libro-cd recopilatorio con dos temas inéditos, y Bluesdragora, en directo junto a Agustín Ramos y Kakó Rodríguez.
Juraría que de los que yo tengo, este debe ser el disco de Sito en el que más peso tiene la banda que lo acompaña y en el que las canciones presentan mayor cantidad de arreglos, coros y ornamentos, hasta aparece Carlos Goñi como invitado de lujo, con lo que su sonido se acerca más al rock o al blues en perjuicio de la faceta de trovador con guitarra, armónica y escueto apoyo de bajo y batería, que fue con la que lo conocí y me maravilló cuál Malcolm Scarpa de La Laguna allá por 1995, presentando Voces Paganas.
Nacido en Ciudad Real en 1963, parece que fue con 13 años, andaba por Barcelona, cuando empezó a trastear con una guitarra y a componer sus primeras canciones, llegando incluso a presentarse junto a un amigo a un certamen de nuevas promesas de la cançò catalana. En la década de los ochenta recaló en Tenerife donde formó parte de los skatalíticos Francotiradores, de Moral Femenina y, hacía el final de la década, de Afán De Lucro.
En 1989 monta la que sería su banda definitiva, Diplomáticos, con los que desgraciadamente no pudo grabar ningún disco durante los noventa, apenas un par de temas para un recopilatorio. Solo los que hemos escuchado alguna de sus maquetas sabemos lo que nos perdimos, y les garantizo que es para llevarse las manos a la cabeza. En 2011 se sacaron la espinita volviendo a grabar, y editando en cd, algunas de sus viejas canciones.
Antes, en 2005, Pedro editaba el primer disco a su nombre, inaugurando el catálogo de Los ‘80 Pasan Factura, al que siguió este Algas, compuesto por cuatro canciones de fabuloso power pop que dan la medida de las capacidades de este hombre para hacer canciones redondas.
Nacido en Melilla en 1964, a principios de los ochenta ya encontramos a Conde ubicado en Málaga al frente de Cámara, con los que llegó a editar un single. Luego, a lo largo de los ochenta, llegarían Serie B y Mosquitos, con los que tendría un ligero éxito con la canción El Mago De Las Finanzas.
Harry Octopus, Santos De Goma, la puesta en marcha de la discográfica Pussycats y alguna cosa más lo mantienen ocupado hasta 2015, año en que edita su primer disco en solitario, Reverbville.
La Canción Del Río hace el numero cuatro en su cuenta personal, planteado como un anuario en el libreto interior del disco en el que las doce canciones se asignan de manera ordenada a los meses del año y grabado durante el confinamiento de 2020, todo lo que suena en el disco, salvo la segunda voz, lo hace por obra y gracia de Conde, que tira de sintetizadores, programaciones y bajo para construir el armazón de la mayoría de temas sin pretender sonar electrónico, pianos, teclados y guitarra eléctrica y acústica hacen el resto. Buen disco con al menos seis dianas que superan el notable con las letras como punto muy fuerte.
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