Me hacía muy feliz escucharla, y yo, que era bastante atolondrado por aquella época, fantaseaba con la romántica idea de que mi madre de joven había sido una famosa cantante que decidió cambiar su vida para casarse con mi padre. Fue de grande cuando me di cuenta de que ya no cantaba, ya solo la oía hablar sola, algo que también hago yo bastante a menudo. Pero las canciones siguen ahí, ligeramente deformadas en mis recuerdos, como he podido comprobar sorprendido cuando me he topado con que las letras oficiales, transcritas al principio de este texto como me las dictaba la memoria, no son exactamente así.
No sé si las canciones elegidas por Javier para completar su primer disco integro de versiones también pertenecen a sus recuerdos de infancia y juventud, el arco temporal abarca desde 1933 hasta 1972, a excepción de la final Losing Touch With My Mind, o si las ha ido encontrando durante el largo camino que ha recorrido. Lo que si parece claro es que, puestos a hacer un disco de estas características, la elección de remitirnos a momentos pasados en los que la calidad de las canciones y su reconocimiento caminaban de la mano, en este presente que nos ha tocado vivir de recientes éxitos refritos en programas con jurado, es como poco un mamporro en toda regla a todos esos impostores fabricados en horario de máxima audiencia, y también a quien los aúpa.
Pero a lo que vamos, la cosa es que cada vez que agarro este disco y veo su título no pude evitar conectar con esos recuerdos de infancia que mencioné al principio, y así, al escucharlo, The Shadow Of Your Smile y The World We Knew, las canciones que abren este disco, se convierten en besos de buenas noches antes de irme a la cama. Carioca y El Rey, en las que el grupo encuentra huecos donde demostrar su personalidad y desmadrarse, son batallas campales protagonizadas por los click de famobil, y carreras y pelotazos por el pequeño pasillo, y no me cuesta imaginar que están sonando Te Estoy Queriendo Tanto o Le Poinçonneur Des Lilas mientras mis padres están trajinado para traernos a mi hermano y a mí al mundo.
El cierre con Losing Touch With My Mind, original de Spacemen 3 y fechada originalmente en 1986, es el tremendo y necesario agujero de gusano que crea la banda para que yo pueda regresar al presente y volver a dejar descansar mis más remotos y fragmentados recuerdos allí donde viven agazapados.
Comprenderán ustedes que no me haya costado cogerle mucho cariño a este disco, tanto como a aquel viejo y pequeño maletín en el que cabían doce cintas, y en el que yo, año tras año, seleccionaba mis favoritas entre todas las que mis padres habían acumulado en casa, para meterlas en el coche y hacer más llevadera la larga hora de viaje en nuestro Fiat 125 naranja, letra E en la matrícula, que siempre era el preludio de nuestras vacaciones de verano familiares en la otra punta de la isla, en lo que por aquellos años era un pueblo enano llamado Los Cristianos. Amén.
En este disco, además de Javier, la banda la conformaron Susana Cáncer, Jesús Alonso, Fino Oyonarte y Juan Pérez Marina, que cuentan con las colaboraciones puntuales de Mariona Aupí, Maarten Van Wijck, Charly Chicago, Marc Aliana, Alicia Alemán y Gonzalo Lasheras.
NOTA: Dejando atrás lo sentimental, con lo que espero no haberles aburrido, creo se puede considerar que este disco es el precedente inmediato de los pasos que está dando Corcobado a día de hoy. Por un lado, después de haber vuelto a México para grabar el inmediatamente anterior A Nadie con parte del equipo que se ocupó de Fotografiando Al Corazón, en este Luna Que Se Quiebra Sobre La Tiniebla De Mi Soledad se comienza a configurar lo que hoy conocemos como la Javier Corcobado Orquesta. En este álbum se incorpora a la guitarra Juan Pérez Marina, y en el ep Te Estoy Queriendo Tanto, editado un año después y que aporta tres nuevas versiones además de la titular ya incluida aquí, aparece el nombre de Sergio Devece, que como miembro de La Muñeca De Sal, acompaña a Javier en la versión de The Partisan, canción que luego sería incluida también en el disco La Muñeca De Sal & Los Profetas.
Por otro lado, el respeto, veneración, personalidad y pasión con la que el grupo ataca las diez versiones de este disco, junto con los temas escogidos, conocidos anteriormente en las voces de Astrud Gilbeto, Frank Sinatra, Manuel Alejandro, Serge Gainsbourg, José Alfredo Jiménez, Agustín Lara y Fred Astaire, hacen pensar en que este es una de las patas sobre la que se asienta el recién estrenado proyecto Spanish Crooners, compartido por Javier Corcobado y Francisco Eduardo Conde y creado con el fin de recuperar la canción romántica.
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