Inenarrable, indescriptible, escuchen la muestra que acompaña este post, pues así 14 veces en nueve minutos. Los miembros del grupo se hacen llamar Nelson Manguera, Malcom XXL y Martin Luther Queen. Las canciones, ponles tú el título que más te guste. La edición, cd-r Verbatin en funda de plástico y con una fotocopia de portada. Los Piolines y Capitán Entresijos son unos intelectuales al lado de estos. No es música para cuando quieras molestar a tus vecinos, es música para cuando quieras joderte a ti mismo.
Hidrogenesse son muy divertidos, siempre me ponen de buen humor, tienen las mejores ocurrencias que pululan por el pop de nuestro país. Además, me parecen muy inteligentes, y aún más, porque no lo intentan parecer en ningún momento. Revisten con su tecnopop hogareño ideas y situaciones que en manos de cualquier otro se quedarían en meras anécdotas, convirtiéndo sus letras en idas y vueltas de lo particular a lo general. Chistes que contienen cargas de profundidad de muchos megatones y que señalan las penurias cotidianas de cualquier ser humano, pero sin ningún dramatismo. Algo así como un Amanece Que No Es Poco en versión revista musical.
Hace un par de años los vi en concierto en Tenerife, fue absolutamente maravilloso.
De reciente adquisición, lo primero que pensé al escucharlo fue que menos mal que de joven, cuando ojeaba el catálogo de Discos Suicidas y solo podía comprarme un disco cada uno o dos meses, no me dio por pedirlo. La decepción hubiera sido enorme y me hubiese pasado muchos días dándome cabezazos contra la pared y repitiéndome que quien me mandaría a mi a arriesgar.
El primer disco de Doctor Deseo es un disco de pop-rock tranquilito, muy de su época, entrañable, con ciertos apuntes new wave, que se deja querer con las escuchas pero que no auguraba el futuro que después ha tenido el grupo.
Coincidió que empezaba a meter mis narices en el punk con que el hermano mayor de un amigo no hacía más que recomendarme a Triana. Nunca le hice caso, a día de hoy sigo sin haber escuchado ningún disco de ellos con fundamento, aunque más tarde sí probé con Smash, y en casa también hay un disco de Imán Califato Independiente esperando su turno. El primer disco de Alameda sí me gusta.
Y un día, que fui por imperativo logístico a unos grandes almacenes y no había nada en la sección musical que me apeteciese mucho, tiré de ese disco de los, por aquel entonces, encumbrados Derby Motoreta’s Burrito Kachimba. Me gustaba el nombre del grupo, me parece un gran nombre, y uno de ellos siempre salía con una máscara en las fotos de la revistas y de internet, creo que ya no está en el grupo, en fin. Y este disco, que suena de mil maravillas, todo un portento instrumental, lo escucho y lo escucho y me deja con la misma indiferencia con la que se habrán quedado ustedes tras contarle todo esto.
Disco promocional para apoyar la salida de Las Canciones Del Año Que Viene y que el grupo tuvo a bien enviarme cuando les hice un pedido. No podía dejar pasar la posibilidad de ponérmelo estos días y así incluir otra canción de este gran disco en estas listas que voy haciendo.
Perpetrado en Menorca, en la casa de Flaco Barral, donde se hospedó Hilario durante unos cuantos meses. Allí, juntos, entre cigarritos de la risa y rodeados de naturaleza compusieron las canciones aquí presentes. Y les salió un disco jipioso, algo psicodélico, cercano en ocasiones al rock progresivo de la época, aunque también con espacio para el Hilario cantautor.
Es cierto que no me emociona como su anterior trabajo De Paso, pero bueno, para cuando no tienes esos días del todo tristones se agradece el ambiente más festivo y desmadrado de algunos de los temas que aparecen aquí.
Bonita portada, y fotos de Bertold Bretch, León Felipe y el propio Adolfo Celdrán guitarra en ristre en la contraportada. Cada vez me interesan más los cantautores que hicieron sus pinitos en la década de los 70 del siglo pasado, y que después fueron denostados, devorados y olvidados por la vorágine moderna y juvenil de los 80. Gente que tuvo aún peor suerte musical que Luis Pastor y Labordeta. Creo que en este campo me queda bastante por hurgar todavía. Voces severas que decían las cosas bastante claritas.
A Adolfo Celdrán no lo conocía hasta el otro día que me encontré este disco, fundador del colectivo Canción Del Pueblo junto a Elisa Serna e Hilario Camacho, este es su primer largo después del curioso y beligerante single Cajitas. Buen disco y gran descubrimiento, seguiremos indagando, me estoy haciendo mayor.
Cada vez estoy más alucinado con esta gente y su háztelo tu mismo medieval. En la contraportada de este disco presumen de haber empleado un instrumentarium de 71 “artefactos fósiles”, unos originales y otros reconstruidos por ellos mismos, y nos dicen que para este disco han recurrido a las obras más regocijantes de su repertorio y que las interpretan con espíritu jocundo.
Y yo me los imagino con camisetas y tatuajes de Antonio de Cabezón, con sus chistes que solo entienden ellos, y disfrutando como enanos con sus zanfonas, espinetas, dulcimeres y clavicémbalos. Y la cosa es que yo, lego en todo esto, también disfruto mucho escuchándolos.
Compré este cd una vez descartado el hecho de que pudiera hacerme alguna vez en mi vida con una copia en vinilo de la edición original. Me daba mucha curiosidad saber qué albergaba en su interior para cotizarse tanto como se cotiza. Esto me pasa a menudo, y la mayoría de las veces, cuando lo descubro, lo mejor que puedo decir es que acabo con la sensación de que no me hubiese pasado nada si no lo hubiese escuchado.
Y así, resulta que el primero de Haizea es un disco de folk, bonito, tranquilo, como campestre y bucólico, con voces de esas que saben cantar, y con una canción que se sale de esta tónica por su extraña instrumentación y un leve giro hacia sonidos progresivos en su recta final. De haberlo tenido de joven, seguramente hubiera acabado gustándole a mis padres, pero como lo compré de mayor, lo usé mucho para dormir a mi hija recién nacida.
Una soprano, un coro mixto, un rapsoda, una pequeña orquesta sinfónica, y una guitarra y un bajo eléctrico. Todo esto unido para contar, en cuatro estallidos, el nacimiento, la plenitud, la enfermedad y la muerte del ser una vez se aventura en el cosmos.
Disco siempre tildado de raro, lo es más por la manera en que aparecen mezclados que por los ingredientes en sí. Un viaje psicológico, con un diseño y una cubierta preciosos, no para escuchar todos los días, quizás funcione bien para irte a dormir después de haber visto “2001. Una Odisea En El Espacio” y así seguir con el flipe.
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