Ya estamos aquí con mas canciones, como siempre armando una lista con canciones de los discos que hemos escuchado a fondo en el último año o año y medio y que dejamos en una estantería aparte hasta que aparecen por aquí. El que lleva más tiempo en esa estantería es El Poeta Halley de Love Of Lesbian, y por tanto es el que ejerce de eje vertebrador de esta selección.
Lo lógico es que a Love Of Lesbian lo acompañasen grupos como Vetusta Morla, Viva Suecia, Arde Bogotá, Supersubmarina, Izal, Dorian, Sidonie o Lori Meyers, pero es que en casa no hay discos de estos grupos, no por nada, solo porque cuando voy de compras siempre encuentro otros que me apetecen más.
Así que aquí acompañan a Love Of Lesbian otras bandas que no han llegado a tanto público, pero que lo podrían haber hecho e incluso creo que algunas lo merecían, y hemos armado una lista con los discos que por sonido, o por trayectoria de la banda, se podrían considerar más cercanos al mainstream a la vez que de alguna manera se pueden asociar con aquel indie que surgió en los noventa.
El resultado comienza en Albacete con Mercromina y su disco de despedida, de 2005, y termina en Getxo en 2019, con el último disco publicado de McEnroe.
Último disco de la banda después de más de once años de trayectoria. Sobre el papel, no las tenían todas consigo en sus inicios, siendo, como eran, lo que quedó de Surfin’ Bichos tras el abandono del líder y principal compositor del grupo. Poco sabíamos del talento de Joaquín Pascual y Carlos Cuevas, que apenas habían aportado alguna composición propia al repertorio de los de Albacete.
Lo que en principio podía parecer un handicap, no sé si se convirtió en una liberación para el resto del grupo, pero sí fue una suerte para los oyentes, que vimos como Pascual tomó el mando y ya como Mercromina, después de un single, Ciencia Ficción, no muy convincente, nos dio un disco con mucho jugo como fue Acrobacia. Más tarde Cuevas también me daría una gran alegría con su debut en solitario como Segunda Vedette.
Pero volvamos a Mercromina. Llegados a este quinto trabajo, Desde La Montaña Más Alta Del Mundo, grabado, o al menos publicado, cuando el grupo ya había tomado la decisión de que los conciertos de presentacion de este disco serían su despedida, nos encontramos con una perfecta síntesis de lo que había sido su sonido, desde las estructuras más pop de sus primeros discos hasta ese paso a lo desconocido que fue Bingo. Todo queda aquí recogido, en un disco de digestión demasiado lenta y en el que Lo Que Dicta El Corazón no resultó el gancho decisivo para que la mayoría de oyentes, yo incluido, le dedicase el tiempo necesario para saborear todas sus virtudes.
La historia se repite, en 1999 otro de los grupos de referencia del pop nacional, El Niño Gusano, anuncia su despedida y su cabeza visible Sergio Algora comienza un nuevo proyecto, Muy Poca Gente. Un par de años después, Sergio Vinadé incorporaba a Andrés Perruca, ambos ex componentes del grupo maño, a la aventura que había iniciado poco antes con el poeta Sebas Puente Letamendi, a la que habían decidido bautizar como Tachenko.
Se estrenan con Nieves Y Rescates en 2004, disco que compré poco después de su salida y del que no tengo apenas recuerdos, creo que me dejó cierta sensación de decepción y ahí está, abandonado en una estantería. Desde entonces, prácticamente mi único contacto con la banda en estos veinte años fue a través de las canciones que religiosamente el Rockdelux les incluía en los cd de resumen de lo mejor del año.
Pero llego el día en que el destino puso ante mi tres de sus discos, los que editaron entre 2008 y 2013, en una tienda de Madrid en la que no había nada que me interesase más y me los llevé a casa.
Esta Vida Pide Otra hace el número cuatro, si contamos el mini álbum El Tiempo En Los Urales, en su cómputo global, que ya va por diez. Perruca ya no está con ellos, y el cuarteto lo completan Edu Baos y Alfonso Luna. Once temas de pop-rock sin adornos, nada de cuerdas, nada de vientos, con al menos cuatro canciones muy memorables. Este no se me va a olvidar tan fácilmente, y a por el siguiente, Os Reís Porque Sois Jóvenes, ya les contaré.
Cuarto, y último, disco largo de Montevideo, grupo asentado en Sevilla y conformado en torno al hispalense Manuel C. Villalba y la argentina Damiana Dubatti. Sus inicios, a principios de este siglo, los situaban como otro de esos grupos que tenían en Family su punto de referencia.
La incorporación de Saúl Ibáñez como guitarrista en la gira de presentación de Transoceánico fue el punto de no retorno para el grupo, que poco a poco fue incorporando elementos orgánicos a su música hasta llegar a este último disco ya conformado como cuarteto con Alexis C. F. y Miguel A. Marín, a la guitarra y batería respectivamente, completando la banda.
El Año Del Dragon son once canciones de pop total, pop sin complejos y sin prejuicios, alejado de cualquier imposición indie, de hecho llegaron a presentarse a Eurovisión, con regusto a pop de los setenta en la letra de Días De Radio. A Nana le sobrevuela el espíritu delicado y un poco oscuro de la primera época de La Dama Se Esconde, la trompeta de Darío Sánchez Palma añade distinción cuando aparece y por todos lados tenemos estribillos que se cantan a pleno pulmón.
Debut largo de la banda valenciana después de la maqueta que los dio a conocer a finales de 2010 y que los llevó a ganar el concurso Vinilo Valencia de su ciudad natal.
Formados por Borja Monpó a la guitarra y voz, los hermanos Francisco y Jorge Mollá a la guitarra y bajo respectivamente y Matías Entraigues a la batería, me enteré de su existencia con la publicación de este disco, porque, aunque cada vez más de reojo, uno sigue lo que va publicando Limbo Starr. También les perdí la pista cuando dejaron el sello y ahora veo que su último trabajo, de 2017, fue editado por la todopoderosa distribuidora Altafonte, todopoderosa porque no hay más que ver el logo de casi todos los discos nacionales que puedes encontrar en las grandes cadenas de electrodomésticos con un rinconcito para la música.
Compré este disco hará unos cuatro años en La Laguna, parece que más o menos cuando Monpó comenzaba a presentar las canciones que formarían parte de su primer trabajo en solitario, y la banda entraba en un hiato en el que todavía se encuentra y del que no sabemos si saldrá algún día.
Así Pasen Cinco Años son siete canciones de autor tensionadas, cubiertas y expandidas por paisajes de electricidad guitarrera que vocalmente pueden recordar a Nueva Vulcano.
Formados en Cádiz en el primer lustro de este siglo y con Diego Pozo como hombre al mando del proyecto, entre 2006 y 2008 editaron tres maquetas, una por año, tituladas Teoría De La Conspiración, Defendiendo El Flanco Débil y Mala Suerte respectivamente, después de las que el grupo decidió darse un descanso.
Inencontrables de manera sencilla en la red, yo los conocí en 2013 con la salida de este Sinestesia, nuevo comienzo de etapa que al menos los ha mantenido con vida hasta 2020, fecha de edición de Youthful Ashes, su último disco publicado del que tengo constancia.
Sinestesia son una breve intro y seis canciones en las que alternan inglés y español. Comienzan con aires psicodélicos en Space And Time, para después pasarse al indie pop noventero en los siguientes cuatro cortes, recordándome mucho a los canarios Venus En Surf cuando cantan en castellano. Cierran con una más épica Moebius ya en la onda de esa música hecha para ser cabeza de cartel en festivales actuales.
Lo de Manos De Topo fue llegar y besar el santo. Con su primer disco, Ortopedias Bonitas, levantaron todo el revuelo posible, genios para unos, villanos con un vocalista insufrible para otros. Yo estaba entre los primeros… aunque luego me entró un poco la desgana.
Su segundo y tercer discos entraron en casa cuando compraba más música de la que podía oír y todavía andan esperando una escucha concienzuda, aunque no tengo grandes recuerdos de la primera toma de contacto.
Después de abandonar su discográfica de siempre, y con la baja a las cuatro cuerdas de Pau Julià, afrontan la preparación de su cuarto trabajo como quinteto en el que permanecen los fundadores Miguel Ángel Blanca a la voz y guitarra, Alejandro Marzoa a las teclas y el xilófono y Rafael de los Arcos a la batería, incorporándose Edu Campos al bajo y Sara Fontán al violín.
Para este Caminitos Del Deseo abogan por la autoedición, y ya alejados de gran parte de la controversia que los acompañaba hacen el que ahora mismo creo que es su mejor disco, con un sonido más alejado del pop, más serio y con alguna tendencia hacia lo oscuro. Me parece que algo habrá tenido que ver en el resultado final del disco que Miguel Ángel Blanca fuera en aquellos momentos la mitad de ese gran y olvidado grupo que fue Medievo.
En 2016 dieron sus últimos conciertos, siendo este, a la postre, su último disco.
Desde Barcelona, otros que llamaron la atención con sus primeras canciones. Formados después de 2005, su primera maqueta los llevó a firmar por El Genio Equivocado y en 2011 ya estaba en la calle su primer disco levantando el entusiasmo de la prensa que gritaba aquello de vuelve el shoegaze.
Un cambio de discográfica, el abandono de su bajista y algunas cuestiones personales como paternidades y rupturas sentimentales retrasaron la llegada de su siguiente grabación, que además se publicó casi un año después de realizarse, con lo que sus fans tuvieron que esperar casi cinco años para ver plastificadas sus nuevas canciones, que llegaron los primeros días de 2016.
Así llegamos a este Cenizas Y Flores, para el que la prensa gastó la palabra continuista, lo que ya indica un bajón en el entusiasmo con el que fue recibido. En verdad, en este segundo disco se nota el mayor trabajo a la hora de tratar de crear atmósferas, el tratamiento de las capas de guitarras, la inclusión de elementos electrónicos, la apuesta por medios tiempos y el trabajo con un productor externo al grupo, Hans Krüger, así lo atestiguan. Y el resultado los empuja más al dream pop y los aleja de la inmediatez “punk” de su debut.
Con este disco consiguen ocho nominaciones para los Premios de la Música Independiente (Premios MIN) celebrados en febrero de 2017, pero se van de vacío en la ceremonia. Al año siguiente anuncian su separación amistosa.
No debe ser este el mejor disco para empezar a escuchar a Love Of Lesbian, pero es el único que tengo yo, así que es lo que me toca. Sí había escuchado antes alguna canción suelta.
Trabajo ambicioso con maravilloso artwork y con edición en formato cd-book, lo que tuvo buena parte de la culpa de que lo comprase cuando lo encontré en la última y arrinconada estantería de cd’s de una gran cadena que decidió que en Fuerteventura no es negocio vender música en ningún formato y liquidaba las pocas existencias que le quedaban de la ya de por sí escasa oferta que tenía habitualmente.
Álbum conceptual para contarnos la historia del poeta Halley, repleto de medios tiempos, canciones largas, en las primeras escuchas solo destacan, igual por contraste, las más aguerridas I.M.T. (Incapacidad Moral Transitoria) y El Yin Y El Yen. Disco arriesgado, dentro de los parámetros que maneja una banda que ya ha conquistado al gran público, con producción de lujo, épica y miles de detalles, que me coge en una edad en la que me cuesta emocionarme con estas cosas y que tiene en algunos de sus versos sus mejores bazas.
Si a principios de los noventa me hubiesen preguntado qué banda de aquella generación iba a ser la única que se mantendría publicando discos regularmente al menos hasta 2024 jamás hubiese acertado. Habría dicho Australian Blonde seguramente, pero nunca hubiese apostado por Antonio Luque y su banda-disfraz Sr. Chinarro.
Habrá quien diga que también Los Planetas lo han conseguido, y es cierto, pero bueno, ha sido a otro ritmo.
A día de hoy, el sevillano va por su décimo octavo disco oficial, a lo que hay que sumarle un recopilatorio de rarezas y un buen puñado de ep’s.
Yo le he cogí mucho cariño por el single donde versionaba a Aviador Dro e Ilegales, y después porque El Mundo Según es para mí un disco maravilloso. Otra cosa que me pasa con Sr. Chinarro es que sus primeros discos no me acaban de gustar y me aburrían un poco, al principio, mejor en formato single.
El Progreso es su disco número quince, y anda bastante bien, sus modestas canciones chinarras son de impacto lento pero eficiente, un gancho por aquí, una cosa aflamencada por allá, una frase de las suyas, al final van calando. La colaboración con Soleá Morente, según me coja el cuerpo, me puede parecer de lo mejor o de lo peorcito del disco.
Sea como sea, hay motivos de sobra para seguir confiando.
Formados en 2002 en Getxo, pronto graban sus primeras canciones y ya en 2004 cuentan con un disco grabado, junto a Paco Loco, y dos ep’s, que el propio grupo autoedita. Esta vendría a ser la etapa del grupo en que casi nadie los conocía.
La participación de Miren Iza, también natural de Getxo y por aquellos años en Tulsa, en una de sus canciones parece que propicia el contacto del grupo con Subterfuge y su fichaje por el sello.
Yo vine a hacerles caso allá por 2009, que compré su tercer disco, Tú Nunca Morirás, a la vez que el Exposición Universal de Templeton. Lo que pasó es que el de McEnroe nunca llegó a casa, se lo regalé a una amiga que encontré por la calle y que me dijo que le encantaba el grupo. Luego me quedé un poco desconsolado, pero me animé pensando que ya me lo volvería a comprar. Al final lo he hecho, pero no hace más de quince días, cuando en casa ya andaban Las Orillas y La Distancia.
Este último es el primer disco que escucho de ellos, y no sabía muy bien qué me iba a encontrar, y de entrada hay una voz que me agrada, muchas imágenes en las que interviene la naturaleza y la capacidad de trasmitir una especie de sosiego con uno mismo. Algo así como pop de camisa de franela a cuadros, de cabaña del bosque entre pinos, que acompaña y serena al espíritu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario