Mira por donde, qué mejor momento y qué mejor disco para contarles todos mis traumas de infancia y adolescencia. Vamos a ver como empiezo, nací con criptorquidia en el testículo derecho, el otro estaba en su sitio... Bueno, no, esto no es importante y además lo sé porque me lo han contado, y por la cicatriz que me dejaron al operarme, nunca fue un trauma. Reiniciamos. Llevé botas ortopédicas hasta los seis años, aunque tampoco me acuerdo mucho, peor fue el pobre Agustín que las llevó hasta los catorce, y de eso sí nos acordamos todos los de la clase... Pero esa no es mi historia. Otro intento. Un día en el colegio, en primero de EGB, un niño más grande tiró de mi pantalón de chándal y se me vieron los calzoncillos, lloré mucho rato... Da igual, da igual. La primera vez que me peleé a la puerta del colegio fue con un amigo al que sabía que le podía ganar, porque en verdad me daba mucho miedo pelearme, tendría doce años... No, tampoco les interesa. Ya era bastante mayorcito cuando tuve mi primera novia... No, no es el momento de ponerse con amarillismos. La primera vez que fumé jachis fue con... Bueno, creo que esto no va a salir bien, y además yo venía a hablar de Taller De Memoria de Jonston.
Pero es que aunque la cosa pueda comenzar pareciendo un chiste, con Los Buenos Recuerdos, en la que Jonston anuncia su intención de acudir a un taller de memoria para que le borren los malos recuerdos, el disco se convierte enseguida en un juego de espejos, donde independientemente de lo que se canta, o al contrario, debido a lo que se canta, uno va estableciendo su propio diálogo con las canciones, y si en Despierte Comandante Cousteau aparece la colección de El Barco De Vapor, yo contesto que era más de Elige Tu Propia Aventura. Si él era de los de no me vuelvo a enamorar, yo era más de los de no vuelvo a beber.
Y claro, hay coincidencias ineludibles, lugares comunes, como las consultas al horóscopo, los primeros amores, ese fatídico año en que te cambia la voz y unas cuantas cosas más.
Pero no sólo hay recuerdos de infancia y adolescencia, hay en las canciones otro juego, esta vez de causas y consecuencias entre lo que uno vivió de niño y lo que que uno es ahora. Así que de liviandad nada, emociones serias y profundas, y pequeños detalles que te hielan la sonrisa como ese cerrar la puerta de la habitación para jugar tranquilo porque hay discusión en el salón, o esa crónica de cómo duele la crueldad infantil aunque esté amparada en la inocencia.
Todas estas canciones-recuerdos-crónicas que aquí se comparten vienen vestidas con pop de trazos perfectos, colorido y delicado, elegante, sorprendente y muy bien armado. Y además envuelto en una portada alucinante de Olaf Ladousse.
Así que solo me queda decirles que hagan como yo, regálense este disco y aprovechen la ocasión para poner encima de la mesa las piezas de su puzzle vital y echarles un buen vistazo, siempre es un ejercicio sano.
Este es el segundo trabajo de Jonston, y en esta ocasión le ayudaron a llevar estas canciones a buen puerto Ricardo Alonso, Juan Ferrari, Joan Vich, Paco Loco y Muni Camón.
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