Lo primero que sorprende de este disco son los escuetos créditos. "Voz: Jorge Ramírez-Escudero". Luego viene la explicación, "Este fonograma contiene centenares de pistas de voz dispuestas en 12 canciones..."
Una vez sabido esto, cualquiera que escuche este disco convendrá conmigo que estamos ante una tremenda obra de la ingeniería sónica. Bueno, de eso yo no entiendo nada, pero me imagino que tiene que ser un trabajo de chinos ir superponiendo esas pistas, haciendo que entren y salgan en el momento preciso, combinándolas para que todo suene más o menos a como te imaginabas.
Así entre el virtuosismo más majara y la experimentación más feroz tenemos como resultado doce canciones construidas a base de voces, suspiros, jadeos, eeeeees, monosílabos, human beat box, gorgoritos, aaaaaas, lamentos, gritos, tatatatacas, coros, uuuuuuus, exhalaciones, palabras, onomatopeyas, jaleos, mmmmms, gemidos, alaridos que encima se deslizan por todos los tonos humanamente posibles. Y lo mismo construye una locura como Peloto que un trabalenguas pop con eco como The Unhappy Hedonist.
Imposible que en todo este alarde bucal no aparezcan momentos que recuerdan a grupos vocales de los 50, o a las divas del soul y el R&B de nuestros días, pero también se cuela el hip-hop instrumental, los cantos tribales y la locura cósmica de Sun Ra.
En mi caso este disco ha dado muchas más vueltas en el reproductor del coche que en el de casa. Me sabe mejor en pequeñas dosis, saboreando en los 10 minutos que tardo de casa al trabajo un par de canciones, que escuchándolo del tirón, donde suelo acabar algo exhausto.
Editado en CD, en un bonito digipack obra de Kina Marull, la foto, y Curra Rios, la maquetación y diseño, que vino acompañado de una pinza de la ropa sellada con la palabra Hyperpotamus.
Escuchen de qué les hablo.
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