Si desde el título de este disco nos proponen un cuento de ficción, con una pequeña inspección visual a su artwork y créditos, podemos empezar a sospechar de que no se trata de uno con final feliz. Además, títulos como Brainwash o Mass Control, con los tiempos que corren, nos ponen sobreaviso de que igual tampoco hay tanto de ficción en el asunto.
Si seguimos leyendo, vemos que Mnemoniic son Iker Ormazabal, y Ernesto Bohorquez, el primero a cargo de la destrucción sintética y el segundo aportando la garganta y las amputaciones mecánicas. A Iker ya lo conocíamos por su participación en Soizu y por Asgagagha, trabajo en solitario que firmó con las iniciales IOM. A Ernesto no, pero a poco que se indague, su nombre aparece unido al de Animal Machine y unos cuantos proyectos ruidistas más. Ficción o realidad, ya tenemos una certeza, estamos en buenas manos. Pero rabiosas.
Para constatarlo sólo hace falta girar la perilla del volumen hacia la derecha y darle al play. El enjambre de ruido es atronador, no juegan en ningún momento la baza de largas repeticiones ni del paisajismo, no hay tiempo, esto es rápido, intenso, doloroso, como una broca perforando cráneos, como arena incandescente inyectada en los ojos, como brasas sobre la piel. Ruido de espíritu grindcore, voces malformadas, sonidos chirriantes, ráfagas de castigo, calderas explotando, tuberías amplificando el horror, bases industriales machacadas por agudos epilépticos, capas y capas de ruidos que luchan por hacerse oir, y solo dos breves momentos de tregua, Brainwash y Post Human, en las que una voz televisiva, secundada por una agradable musiquita en esta última, dice cosas en inglés de las que solo pillo algunas, como homo sapiens 2.0.
De estas dos últimas no sé si su función es el descanso auditivo o si están ahí para dar coherencia argumental a esta exhibición de atrocidades sónicas, que al igual que las del bueno de J. G. Ballard impactan cada una por si sola, pero que pensadas como un todo, se convierten en una obra premonitoria y salvaje. Simplemente uno de los discos de ruido que más vueltas ha dado en mi reproductor, apoteósico y demoledor, como el futuro que nos espera.
El estupendo artwork de Alonso Urbanos para este CD-R, que viene en cajita fina y bolsa de plástico, acaba de redondear la historia.
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