En 1996 el barrio ya no era la cocina del infierno, muy atrás quedaban ya los años de la heroína, de los tirones en los cajeros y de los coches de la nacional todo el día calle arriba, calle abajo. Afortunadamente yo era muy chico cuando todo eso y a mitad de los noventa de aquello solo quedaban las leyendas que nos recordábamos de vez en cuando en el bar de Luis, y gente como El Guelillo o El Pigüi, temidos y admirados en nuestra infancia, vendiendo primitivas. Estábamos en pleno auge del estado del bienestar. La heroína había dejado paso a la cocaína, y la juventud disponía de trabajos de mierda donde elegir y créditos de los bancos a paletadas. No era difícil estrenar coche, aunque no lo acabases de pagar nunca, y todos veíamos claro que el futuro estaba en comprar casas para hacer negocio. Sí, en el 96 La Cuesta ya no era la la cocina del infierno, sino la alcantarilla del paraíso.
A los Soul Bisontes los había conocido en el 92, cuando editaron su primer single, dos años después "ficharon" por Alehop! y editaron Vértigo Peninsular, con letra de Corcobado en uno de los temas, me volví acérrimo. El siguiente paso, esta alcantarilla del paraíso, me lo pasó un amigo de mi hermano junto con el segundo de Mercromina, y así ocuparon las dos caras de una cinta de 90 que yo llevaba a todos lados con mi walkman. Estudios, trabajo, fiesta era mi secuencia vital por aquella época, eso, y torturar a mis colegas con la música que iba consiguiendo, y con este disco me puse pesadito. "Hoy hace un día oblongo" o "Y yo te quiero... como la lupa al ojo" pasaron a ser frases cómplices, códigos privados, que nadie más entendía. Ahora son recuerdos de cuando éramos jóvenes que caminábamos orgullosos sin darnos cuenta de que era el aire el que nos estaba respirando. Todo estaba en este disco, un auténtico delirio que desabrochaba nuestras mentes para que corriesen libres en viaje interior o expedición, con guitarra y órgano en espiral, en ocasiones un violín, haciendo de la música algo visible y denso, en relieve. Durante unos cuantos meses la banda sonora de nuestro Amsterdam particular sito en el bloque 9 de nuestra querida urbanización, y ya para siempre uno de esos discos que forman parte de una vida.
Escuchando ahora cosas como "... y el ruido de la cisterna sustituye al del mar", o "Estamos todos muertos y somos felices en el triste paraíso de narcósis, lujo y vicio, de gritos y rocanrol", o lo de "He hablado esta mañana con el hombre-televisor, de ojos cuadrados que sonríen al terror" en un país en el que el presidente del gobierno se aparece en un plasma, casi hacen pensar que estas 12 canciones mas que alucinaciones eran y son premoniciones. Tiempo al tiempo y veremos a los astros copular consigo mismo. Cierra el disco, y hace la número 13, una pequeña instrumental que cuenta con la guitarra invitada de Murky.
En este disco Soul Bisontes fueron según los créditos T. G. A, P. C. L, D.GB. R, y J. M, siglas tras la que se esconden Tintín Garcia, Pablo Cobollo, David G. Bonacho y Juan Moreno. La edición original fue en CD y en el libreto, además de las letras, aparecen tres dibujos-cuadros del propio Pablo Cobollo que son para quitarse el sombrero.
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