La historia oficial no suele acordarse de los perdedores, y El Ángel lo tenía más que comprobado. De su paso por La Movida apenas se encuentra información, más allá de que militó en un grupo llamado Escaparates, del que no hay nada disponible para escuchar y por el que pasó fugazmente un joven Eduardo Benavente. Algo mas se cuenta en el prólogo, escrito por Ana Curra, del poemario Los Planos De La Demolición, confesiones como que fue El Ángel con quien Eduardo y ella compartieron su primer chute de heroína. Parece ser que nuestro hombre andaba ya mas curtido en estas cosas.
En algún momento de los ochenta él marchó a Uruguay donde continuó con su vida salvaje, hasta que volvió a aparecer por Madrid, puede que cuando terminaba la década o a principios de la de los noventa. Para zanjar el episodio referente a los primeros ochenta, y por lo escuchado en este disco, me atrevo a decir, aunque sin pruebas, que Escaparates no fueron un grupo de la movida, sino que coexistieron casualmente con ella. Por lo que el mismo Ángel dice en su libro, algo así como "¿hay algo más saludable que los Stones en su etapa más toxicómana?", y por la versión de Sister Ray que aparece en este disco, me da que el grupo no manejaba influencias "modernas" para aquella época, más bien que eran una banda de rock todo lo salvaje que les era posible.
El Ángel, en su regreso a Madrid, coincidió con Ana Curra, se reencontró con su colega César Scappa y comenzó a colaborar con la revista El Europeo. Como él mismo cuenta, ante la inminencia de su muerte, de la que era totalmente consciente, se organizó y dijo a sus amigos "ya veréis si vais a oír hablar de mi, voy a editar dos libros y dos discos". Al final su legado fue este doble CD y el poemario del que hablamos antes.
El disco apareció un día, antes de que yo supiera todo lo que les acabo de contar, en los estantes de la tienda que Discos Manzana tenía en Alcampo. La portada era magnética, media cara de un tipo que tenía la misma cara, la misma mirada, que los tipos que yo mas había admirado y temido de mi barrio. Al abrirlo, y ver que Ana Curra andaba metida en el ajo, ya lo tenía casi claro, pero al ojear el libreto y ver que también estaban Juanjo Pizarro y Dogo Rojo ya supe que urgía ahorrar para comprarlo.
Al ponerlo me llevé una desagradable sorpresa, una voz muy castigada, a la que parecía imposible que uno se acostumbrara decía eso de "escápate de mi" en un medio tiempo de rock en el que ya se intuía que las guitarras iban a tener mucho que decir a lo largo del disco. En la segunda canción, la instrumental Intro (Los Que Nunca Salen De Naja), ya corrían a sus anchas, afiladas como muy pocas veces se ha escuchado en este país, mientras que el órgano les daba la réplica, correoso y garagero. Y así siguió sonando el primer CD, entre la urgencia de Sucia Canción De Amor y la confesión de Cleo. En días sucesivos lo escuché varias veces, sin escuchar el segundo, intentando entender el extraño sabor de boca que me dejaban estas canciones, una sensación que nunca me había dejado la música. Pero la respuesta estaba justamente en el segundo CD, algo más explícito en sus referencias a la heroína, el callejeo, y esos ambientes que los que los conocen, en sus momentos de lucidez, desean no haberlos conocidos. Y de ahí venia el sabor de boca, era el mismo que se te quedaba cuando alguien al que apreciabas te contaba que un amigo suyo "que tú no conoces" ya pasaba de dar palos, que le era mas "fácil" bajarse a la Vuelta de Los Pájaros a chupar alguna polla y sacarse la pasta para el chute, o que otro amigo suyo, que tampoco conoces, se picaba en los huevos para que después de no sé cuantas desintoxicaciones no le vieran las marcas en casa, y lo dejasen dormir algún día en la que había sido su cama, y que en una de estas los huevos se le inflaron como una bola de petanca y se le llenaron de pus y que a ver quien coño podía arreglar aquello. El mismo sabor de boca que se te quedaba cuando alguien al que querías te contaba como habían dado un palo a un banco y que habían terminado tirando el dinero desde la azotea de un bloque de Santa Clara cuando los monos los tenían cercados y que al final todo el barrio los aupó como héroes, o como otro mono le preguntó mientras lo detenía, tras una impresionante persecución en coche, dónde había aprendido a conducir, e incluso le había propuesto formar una equipo para correr en rallies. Y yo no sé si ustedes han escuchado algo así de boca de su protagonista, pero a mi me recorría una extraña sensación de angustia e impotencia, de ligera culpabilidad y de fascinación, el de estar ante una realidad para la que siempre trataron de anestesiarnos y nada te había preparado.
Pero no esperen encontrarse aquí ni historias truculentas ni batallas difíciles de creer, porque El Ángel tenía algo mas para expresarse con contundencia, tenía talento y sin haberlo conocido ni visto en mi vida, me parece que también una sensibilidad muy especial.
Ya sabemos todos que son muchos los músicos que han convivido con la aguja, pero, al menos en este país, creo que nadie ha sabido, o no ha querido, plasmar ese mundo lleno de contradicciones con la visceralidad y el arrojo que se hace aquí. Y creo que ya nadie lo hará, ningún yonki de la cocaína puede alcanzar la humanidad, fragilidad y orgullo de aquel que eligió, aun a su pesar, a la heroína como su compañera de vida.
Eso es lo que hay en este disco, mucha ternura, amor, derrotas, traiciones, intensidad, sufrimiento, verdad, arrepentimiento, subidones, todo en crudo, contado con talento y cantado con la maravillosa voz de El Ángel, ¿ya les dije todo lo que me gusta su voz?. Rock clásico, pero de cuando el rock era sinónimo real de peligro.
Un disco, que a falta de una generación que lo reivindicase como suyo cuando se editó, ya sabemos que la heroína no suele perdonar, queda como testimonio, o último grito, de toda esa gente que vivió, amó y sufrió al límite. y entre los que se pueden contar pocos supervivientes.
Un disco..., no, un disco no, mucho más que un disco.
Los compañeros de El Ángel en esta grabación, Los Volcánicos, fueron Ana Curra, Juanjo Pizarro, Miguelito Suárez, Tony Jurado, Cesar Scappa y Dogo Rojo. Además también colaboraron en algún tema Lorenzo Cortés, Ricardo Pachón, Quique Morón, José María Sagrista, Rafa Gálvez y Alfonso Espadero. Las tremendas fotografías del disco son de Alberto García-Alix.
que bien expresas y describes este discazo........ sin tapujos como plasmaba el angel sus inquietudes en esta joyaza de album
ResponderEliminarMuchas gracias, sin duda es una joya de disco.
ResponderEliminarsoy uno de esos jodidos yonkis q el cuenta en esas historias,la primera vez q escuche el disco llore.cuenta la historia de muchos amigos y amigas q se quedaron en en camino.
ResponderEliminary comparto contigo la sensasion q produce el disco a escucharlo las primeras veces, despues poco a poco enamora
En 1991 vivía en la Ciudad Vieja de Montevideo. Era compañero de piso con Andy Adler, que por entonces era el guitarrista de Chicos Eléctricos. Yo vivía en el piso de al lado. Por el 92 lo estaba pasando mal, le dimos comida más de una vez, y el nos pasó un demo en casete que tenía grabado. Todas las noches tocaba con Andy y grababan en un portastudio. Un día desapareció, al menos de ese barrio
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